Por lo tanto, no es descabellado protegerse y mucho del sol. En la Península durante los meses de diciembre y enero, quizás el sol no nos afecte muy directamente, pero en los meses de febrero a abril, el sol nos puede “achicharrar” literalmente. Incluso los días nublados por lo tanto no es más que aconsejable usar una protección solar entre 30-50, aunque las últimas recomendaciones de los expertos recomiendan exclusivamente factor 50. 

 

 

 

Cuando practicamos un deporte de nieve es cierto que hay poca piel desnuda, generalmente será la cara y parte del cuello. Los ojos ya los protegemos de la radiación solar con unas gafas adecuadas, pero la piel es algo que se acostumbra a olvidar y también merece nuestra atención.

 

Además, debemos saber que la piel tiene efecto de memoria y va contando las horas de exposición, y esto puede generar afecciones en la piel de diversa indole, algunas de gravedad.

 

 

Veamos que parte de nuestro cuerpo merece protección solar.

 

 

El protector solar debería de tener un factor de protección alto, mínimo entre 30-50. En primer lugar, estamos en invierno, la piel no está acostumbrada al sol, como puede pasar en verano, y es más sensible a la exposición solar. Además por la radiación UV, pues es brillante y reflejada. El manto nivoso refleja como ninguna otra superficie los rayos del sol.

 

 

Lo ideal sería utilizar un protector solar grasoso, que nos proteja de la radiación solar, pero también que nos hidrate la piel, existen cremas que además de protección solar ofrecen cierto grado de hidratación y cuidado de la piel.

 

También es aconsejable que, al finalizar el día de esquí, nos apliquemos una crema after sun o hidratante en la piel.

 

 

 

Los protectores solares una vez abiertos caducan y pierden propiedades a partir de los 6 meses. No es aconsejable utilizar un protector solar de verano en invierno, sobre todo, porque el índice de protección será más bajo y con el tiempo habrá perdido protección, en cambio sí es posible aprovechar el protector solar de invierno en verano, puesto que una crema con factor de protección 30 a los 6 meses seguramente bajará hasta los 20 pero será correcto para el verano.

 

 

 

También es imprescindible en la nieve un buen bálsamo labial con protección UV y aplicarlo varias veces al día.

 

 

Se trata de la protección UV contra los rayos de sol y también hidratar los labios con el frio y evitar que se agrieten. 

 

La intensa exposición solar en la nieve puede desencadenar herpes labial, Este virus produce una úlcera o herida dentro de la mucosa oral o en la parte externa del labio conocida vulgarmente como “calentura”. Aparece acompañada de hormigueo, ardor y picor. Para prevenirlo es recomendable utilizar protección solar específica y tener hidratados los labios, evitando heridas y sequedades.

 

 

 

 

Este es un apartado que la gran mayoría tiene en cuenta. Pero debemos elegir bien nuestras gafas de sol, ya que todas no valen y vemos en la nieve verdaderos despropósitos, como llevar cristales para niebla en un día soleado de abril. 

 

Escoger siempre gafas homologadas. La exposición solar de los ojos sin protección conduce a lesiones importantes en la zona interior del globo ocular como la retina, córnea y cristalino. Por ello, es aconsejable el uso de gafas homologadas para prevenir la queratitis solar, incluso en días nublados. Una buena opción son las lentes polarizadas que eliminan los reflejos de la luz y las lentes fotocromáticas que son capaces del filtrar el 100% de rayos UV nocivos.

 

Los factores de protección de los rayos UV, que ofrecen las lentes se categorizan con números del 0 al 4, aunque la mayoría usamos del 1 al 3. Las categorías más bajas1-2 estarían indicadas para días nublados, con poco sol y las categorías del 3-4 estarían destinadas a días muy soleados.

 

 

Debemos saber que categoría de lentes llevamos, por ejemplo, en el caso de los cascos con visera, para adaptar las lentes a la situación que nos encontramos. En ocasiones no es descabellado llevar dos tipos de lentes para adaptarnos a los posibles cambios de situaciones meteorológicas. No se trata tan sólo de ver bien sino de proteger correctamente los ojos.

 

La exposición a la luz ultravioleta (UV) del sol reflejada en la nieve puede producir lesiones como sequedad, irritación, inflamación de la córnea o escozor de ojos, entre otras. Los rayos UV provocan quemaduras tanto en la piel que rodea el ojo como en su interior, sobre todo en la retina. En este enlace encotrarás buenos consejos para elegir la gafa adecuada.

 

Esperamos que con estos consejos podáis disfrutar con mayor seguridad vuestros días en la nieve

 

 

¡se me olvidaba, estas dos últimas temporadas protección COVI-19! Esperemos que ya desaparezca.