Miedo…

Mié, 08/02/2023 - 15:05

Esto que os voy a contar hoy es algo que me ha pasado la semana pasada en una de mis aventuras por las montañas de Arcalís…

 

Ya preparando la próxima expedición, hemos cambiado los entrenamientos por algo más técnico y no tanto esquí de montaña. Ahora estoy subiendo más con crampones y piolets que con pieles de foca e intentando esquiar pendientes más pronunciadas (más cercanas a los 50/55º de inclinación).

El pasado jueves día 2 de febrero tuve la genial idea de esquiar la cara norte del Pic d’Arcalís con unas condiciones no muy favorables para este tipo de actividad pues faltaba un poco de nieve. Llevaba varios días estudiando la línea (subí y bajé por el mismo lado) haciéndole fotos y mirando con los prismáticos. El día que decidí subir ya me pareció que tenía más pendiente de lo que había visto días atrás.

Después de una diagonal llegué a pie de línea donde me puse los crampones y empecé a subir. La pendiente empezaba suave hasta que llegó un punto donde comencé a sufrir por la bajada. La situación se estaba poniendo complicada con alguna piedra bajo la fina capa de nieve y con 50 grados de inclinación (aprox.). Algo en mi cabeza me decía que tenía que darme ya la vuelta y estaba buscando excusas para auto-convencerme de que era la mejor decisión.

La mitad de la subida/bajada tiene una sección de rocas que se pasan sin mucha dificultad y te llevan a la parte superior de la montaña, bajo la cumbre. En esa última parte subiendo la nieve se puso muy dura (por la acción del viento de días atrás) y el no ver el final de la bajada me angustió un poco más. Hubo un punto en el que ya no pude subir más y ahí me puse lo esquís.

No sé si os ha pasado alguna vez…pero yo, esté donde esté, cuando me pongo los esquís me siento mucho más seguro. Seguramente es porque tengo más habilidades en la bajada que en la subida. La primera parte fue más deslizarse que esquiar. Después de la "destrepada" de las rocas del medio y con la última parte de la bajada en frente me di cuenta que tenía las habilidades para bajar por ahí.

A lo que vengo: creo firmemente en la idea de que, al menos, hay que salir una vez por semana de nuestra zona de confort (yendo siempre con cuidado) para darse uno cuenta de que de esos miedos se aprende a leer y respetar más la montaña. Que con ese sexto sentido del miedo uno agudiza sus otros sentidos y sus capacidades para resolver cualquier problema.

 

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