Cuando el presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, anunció esta semana una suspensión de 90 días para los aranceles a productos europeos, la industria del esquí respiró aliviada. Se trata de un sector que depende en gran medida de importaciones y exportaciones clave procedentes de países como Austria, Suiza, Francia y Alemania.

La medida, confirmada primero a través de redes sociales y posteriormente ratificada por la Casa Blanca, pospone la entrada en vigor de un arancel del 20 % inicialmente programado para el 9 de abril. Según el mandatario, esta pausa forma parte de “nuevas conversaciones constructivas” con los socios comerciales.

Sin embargo, mientras que los aranceles a la Unión Europea se han pospuesto, las importaciones desde China siguen enfrentando un gravoso impuesto del 125 %. Esta diferenciación deja a las empresas del sector en una situación incierta, ya que la cadena de suministros sigue expuesta a cambios abruptos en los costes.

Telesilla burbuja en Cooper Mountain

La infraestructura moderna de las estaciones de esquí incluye desde telesillas y telecabinas hasta sistemas de control de avalanchas y maquinaria de producción de nieve artificial. Prácticamente todos estos componentes, junto con productos como botas, fijaciones y esquís, se fabrican en Europa.

Inversiones congeladas y márgenes en tensión

Frente a esta situación, los operadores de estaciones se han visto obligados a revisar sus estrategias:

• Aceleración de pedidos: algunas estaciones han adelantado sus compras para evitar posibles subidas de precios.

• Retraso de inversiones: otras, especialmente las más pequeñas, han pospuesto proyectos de renovación y ampliación ante la incertidumbre.

Aunque el alivio de 90 días da margen para maniobrar, no garantiza estabilidad a largo plazo. El sector ya arrastra los efectos de la pospandemia, el aumento de los costes energéticos y laborales, y primas de seguros al alza.

Las estaciones de menor tamaño, con márgenes ajustados, temen verse obligadas a subir precios de forfaits y abonos, lo que podría tener consecuencias en las economías locales de montaña.

Nick Sargent, presidente de Snowsports Industries America, advierte que el problema va más allá de China:

“También países como Vietnam, que fabrican equipamiento esencial para el esquí, se están viendo afectados. Debemos tener planes de contingencia para no perder competitividad”.

El temor de los inversores también se ha dejado notar: Vail Resorts ha visto caer sus acciones un 15 % en los últimos días y más de un 60 % respecto a su máximo histórico.

Un sector en alerta, a la espera de una solución duradera

El Lone Peak Tram de Big Sky, fabricado por la austriaca Doppelmayr y con capacidad para 75 pasajeros, es la joya de la corona del 50 aniversario de Big Sky Resort.

Durante estos 90 días, las empresas y asociaciones del sector buscarán negociar exenciones o reducciones arancelarias permanentes. Mientras tanto, las compañías estadounidenses valoran si trasladar los sobrecostes a minoristas o consumidores, o si apostar por una fabricación local aún limitada en escala y capacidad.

Tanto los operadores como las comunidades de montaña se preparan para un entorno cada vez más volátil. El desarrollo de las negociaciones y el comportamiento de los mercados en los próximos meses será clave para definir el futuro económico del esquí en Estados Unidos.