Esperando a que la nieve se ablande un poco o descansando de los descensos de primera hora, desayunar, tomarse un tentempié, o comer en el exterior, respirando aire puro y con las montañas como telón de fondo es una experiencia que, en sí misma, ya justifica no guardar los esquís o la tabla cuando termina el invierno. 

 

El nueve de febrero de 2012 todo estaba listo para tres carreras que debían marcar el devenir del esquí alpino en Andorra. El país de los Pirineos había conseguido ser el foco de atención de todas las miradas: por primera vez el país era la sede de una Copa del Mundo femenina de esquí alpino Grandvalira-Soldeu 2012.

 

El trabajo de muchos años y de mucha gente, que se había logrado tras celebrar con éxito varias Copas de Europa y construir expresamente un estadio de competición “L’Avet”, estaba a punto de culminar.

 

 

Además, si hablamos de familias amplias, en las que hay personas de distintas edades y niveles de esquí, el poder encontrar actividades atractivas para todos es la clave para que las vacaciones sean un éxito.