Testwochenende en Lenk
Stöckli
Sábado, 6 de la mañana: suena el despertador y te preguntas porqué diablos si no hay que currar. Tras los primeros segundos de confusión haces memoria y recuerdas que este finde toca nieve. Se te pone una sonrisa en la cara, te levantas, comes algo rápido y te vas al coche. A veces me pregunto si existe otra cosa en el mundo por la que tanta gente se despierte por propia voluntad tan temprano y no reciba dinero al hacerlo. Pues bien, la estación se encuentra a unas dos horas de camino, de ahí lo de las 6 de la mañana. Cargamos el coche y nos echamos a la carretera.
2 horas después llegamos a nuestro destino. El sol no se deja ver aún pero las nubes son bajas así que tenemos la esperanza de que en el transcurso del día se retiren. Aparcamos el coche, abrimos el maletero, nos ponemos la ropa de faena, atamos bien las botas y nos acercamos a la caja a informarnos de como va esto.
Testwochenende; se traduciría como alquila y prueba tantas tablas/esquís como puedas a coste cero
Ni yo ni mi novia habíamos estado nunca en un Testwochenende; lo que se traduciría como alquila y prueba tantas tablas/esquís como puedas a coste cero. Así que llegamos y preguntamos en que consiste exactamente y cuales son las condiciones. Nos piden el dinero del forfait en metálico para todo el fin de semana. Primer error: sólo llevábamos tarjeta. Así que de nuevo al coche, cambio de botas y de vuelta al pueblo más cercano a sacar dinero del cajero. Una media hora después estamos de nuevo en la caja, pagamos y nos invitan a un café con cruasán. Es una zona a pie de pista de unos 30x50 metros aproximadamente y en las verjas que cierran el perímetro se apoyan docenas de esquís y tablas de snow. A la vista no había ningún bastón. Segundo error: no habíamos traído los bastones de mi novia y parecía que allí no los íbamos a encontrar...
Voy a la zona de tablas y el chaval que las monta me pregunta que qué estoy buscando. Le comento que el año que viene tenía pensado comprarme una tabla nueva y quería probar diferentes modelos. Ya me había informado un poco antes de ir y tenía una cierta idea de lo que quería, pero al final quedamos en que él me iría suministrando tablas según su voluntad a lo largo del fin de semana, así que así lo hicimos. Empecé con una rocker de la marca Völkl. Primer telesilla del finde y me preparo para el primer descenso, una roja facilita para ver cómo se porta la tabla. Yo siempre he sido de camber así que estaba un poco escéptico. Me sorprendió bastante la diferencia que existe de camber a rocker, jamás hubiera pensado que se notaría tanto. Se hace mucho más sencillo girar y perdona mucho más los errores así que pillas menos edge. Su lado oscuro bajo mi punto de vista es que te ofrece menos capacidad de frenado en situaciones “críticas” como placas de hielo y ofrece una respuesta menos agresiva. Mi novia, por su parte, hizo ese primer descenso sin bastones. A lo que no estaba acostumbrada. Así que nos paramos en el bar y salió un hombre regordete de ojos azules como agua de un glaciar. Le pedimos que nos dejara por favor unos bastones y tras unos segundos dubitativos accedió. Ella ya estaba contenta y por consiguiente yo también.
Por si no lo he dicho aún la estación se llama Lenk. Para los más instruidos en los Alpes suizos a lo mejor les suena más si digo Adelboden-Lenk. Adelboden es una estación muy conocida en suiza situada en Berner Oberland. Se unió con Lenk hace ahora 25 años para formar el así llamado Adelboden-Lenk. Esta es una tendencia muy extendida en los Alpes, este año sin ir más lejos, las estaciones de Arosa y Lenzerheide se han unido también.
Para gustos los colores pero a mí personalmente no me parece una política adecuada. La unión de estaciones conlleva el inevitable aumento del precio del forfait ya que ofrecen más km. de pistas. Pero por otro lado en una estación tan grande te pasas medio día viajando de un lado a otro. Yo prefiero ir un día a un sitio y otro día a otro y pagar menos por el forfait. Pero volviendo a Lenk, se trata de una estación pequeñita que cuenta únicamente con 2 telesillas, 5 telesquís y 1 telecabina de dos tramos, 9 pistas azules, 6 rojas, 1 negra y una zona de snowcross, que contabilizan alrededor de 42 km aunque ya sabemos que esto de los kilómetros de pista es muy subjetivo. Las pistas descienden desde un máximo de 2001m hasta un mínimo de 1148m lo que la hace depender de nieve artificial y restringe su apertura desde principios de diciembre a mediados de abril, lo que aquí en los Alpes es un periodo de apertura habitual si no se cuenta con un glaciar, como es el caso.
Como bien habíamos predicho, el día empezó a clarear, así que seguimos probando material. Tal era el afán del chaval de las tablas en hacerme probar cosas nuevas que me cambiaba la tabla sin que me diera cuenta. Lo que posteriormente le tengo que agradecer porque verdaderamente sabía lo que hacía. Una vez, me paré para descansar un rato y tomarme un tentempié y cuando fui a coger la tabla de nuevo, le vi preparándome otra sin que yo le hubiera dicho nada. Rocker, Camber, Flying-V, Powder-Rocker, Jibbing, probé de todo y me sorprendió la diferencia que hay entre los distintos tipos. Si nunca has estado en un fin de semana de prueba te recomiendo que vayas, te tiras un buen rato eligiendo y cambiando de tabla o de esquís pero merece la pena. Yo ya me lo he apuntado como tradición y así pienso empezar las temporadas a partir de ahora. El otro aspecto importante es que el material es de la temporada entrante así que estás casi estrenándolo.
En cuanto al esquí en sí mismo la cosa no daba mucho de sí: la mitad de las pistas estaban cerradas por falta de nieve y fueras de pista practicables había sólo un par. Aún así pasamos un buen rato y las pistas son bastantes buenas, con tramos de pendiente considerable y otros llanos para practicar algún truquito. La pista roja que baja de Mülkerblatten a Wallegg tiene dos variantes muy interesantes y no te cansas de bajarla una y otra vez.
Sobre las cuatro de la tarde se acabo el sábado para nosotros ya que teníamos que volver a Basilea, de donde habíamos partido por la mañana temprano, porque teníamos una cena con la banda de Guggimusik de mi novia. Lo que se correspondería con un grupo de chirigotas allí en España. Así que volvimos, nos duchamos y fuimos a cenar. Antes de las 24 horas nos retiramos para descansar y repetir el protocolo del sábado de nuevo a la mañana siguiente.
Domingo 10 de la mañana y 2 horas de viaje después, vuelvo a estar frente al tipo de las tablas que se acuerda de mi y sin decirme nada se pone a prepararme una. Por su parte mi novia, que el sábado había cambiado de esquís pocas veces (sí, ella es palillera, que se le va a hacer), decidió soltarse un poco y buscó unos esquís un poco diferentes. No le gustaron. Otra vez para abajo a cambiar de esquís. Me preguntó si quería cambiar yo también pero yo había encontrado ya la mía: Rome Mode Camber. El dinero no lo permite, pero de momento no he encontrado nada igual. Ella se cogió unos Stöckli de color azul y amarillo, en principio sólo por la apariencia. Subimos de nuevo y al bajar, tanto ella como yo sabíamos que habíamos encontrado lo que estábamos buscando. Ya no volvimos a cambiar en todo el día. Miento, yo sí, pero porque el tipo me la volvió a cambiar sin darme cuenta. Luego me invitó a un chupito así que no me atreví a quejarme.
Nos encontramos con unos amigos de mi novia. Típicos suizos super experimentados que llevan toda la vida esquiando. Nos estaban esperando para coger el telesilla y según llegamos voy y me caigo de forma estúpida. Si quería dar una buena imagen empezaba bien. El caso es que nos subimos al telesilla y cuando llegamos arriba se le quedan a mi novia los esquís encajados en la nieve y el telesilla sigue hacia adelante haciendo palanca, lo que resultó unos segundos después en una caída tonta que bien podía haber resultado en algo grave. Después de echarle la bronca al tipo de seguridad y viendo que no había pasado nada, miré a mi novia y nos empezamos a partir de risa. Sus amigos los suizos nos miraban preguntándose si seríamos capaces de descender sin caernos.
Un español y una alemana que se caen antes siquiera de estar sobre la pista... Pues el caso es que descendimos y bastante bien. Les costó cogernos. Creo que ahí se quedaron un poco sorprendidos. Algo más tarde, tomando un chocolate caliente en la Hütte me preguntaron que donde había aprendido a esquiar y les dije que en España.
Me miraron extrañados y me preguntaron: ¿Pero tenéis invierno allí? Ya sabéis, España es sol, toros y sevillanas.
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