Mientras los esquiadores estamos durmiendo...
La pisanieves con la que estuvimos trabajando viernes 2 de febrero (Foto: Ivan Sanz).
A principio de temporada publicamos en Lugaresdenieve todo lo que había que saber sobre el pisado de pistas. A principios de febrero nos subimos de nuevo en una pisanieves de La Molina para conocer más y mejor algunas de las funciones de las máquinas. Y también algunas curiosidades de un turno de trabajo en el pisado de pistas en esa estación.
Da igual que haya nevado, llovido, haya hecho viento o la noche haya sido serena. Cada mañana, cuando llegamos a La Molina, los esquiadores nos encontraremos las pistas bien “peinadas”. Unas horas antes, mientras dormíamos plácidamente, los maquinistas habrán trabajado toda la noche para mover, compactar, tratar y reparar la nieve. Para saber más sobre esta cuestión el pasado 2 de febrero salimos a pisar pistas con Sergi Ricard, uno de los maquinistas de la estación cerdana.
Sergi Ricard empieza su turno de trabajo consultando el parte de trabajo del día (Foto: Ivan Sanz).
A partir de las 5 de la tarde, cuando apenas el último esquiador abandona las pistas, comienza un turno de trabajo que acabará a la una de la madrugada. Es el turno de Sergi Ricard, uno de los 6 conductores del primer turno de pisado en La Molina. Minutos antes de las 5 de la tarde nos encontramos con él en el edificio del telecabina, donde recibe unas primeras indicaciones de los trabajos que específicamente tiene asignados para esa noche. Xavier Perpinyà, del departamento de producción de nieve, también es uno de los responsables de la coordinación de los conductores de las pisanieves y es quien le dará una primeras indicaciones sobre los trabajos de esa noche.
Aunque normalmente Sergi y los demás compañeros hacen siempre el mismo sector (en su caso Roc Blanc, Costa Rasa, Moixeres, Diagonal Alta, Diagonal Baja y Els Coms) puede pasar que en aquel turno haya algún cambio de planes o alguna especificidad a tener presente.
Xavier Perpinyà, frente al ordenador, en la oficina de las pisanieves de La Molina (Foto: Ivan Sanz).
Un segundo turno les sucederá y finalizará en el mismo momento que empiezan a ponerse en marcha los remontes, a las 9 de la mañana. Así, mientras los esquiadores aún aprovechamos las horas nocturnas para cenar, ir a bailar a la discoteca de moda o para descansar, las pisanieves y sus conductores trabajan a contrarreloj para dejarlo todo listo para un nuevo día de esquí.
Las nuevas pisanieves llegan equipadas con un ordenador de cabina (Foto: Ivan Sanz).
La función de las pisanieves
El trabajo de Sergi y la máquina consiste en mover y tratar la nieve producida por los cañones -o la que ha sido movida por el viento o por el paso de los esquiadores o por una nevada reciente- para volver a nivelarlo todo a lo largo y ancho de la pista. Son muchos kilómetros de pistas con diferente anchura -una pista puede tener entre entre 30 y 60 metros de ancho- los que hay que preparar.
Así es el interior de la cabina de una Pisten Bully 600 (Foto: Ivan Sanz).
Una estación como La Molina tiene un total de 64 km de trazados, y el sector que pisará esta noche Sergi tendrá unos 8 o 9 a su cargo. Una vez haya terminado de pisar esos kilómetros, en toda su longitud y anchura, habrá recorrido al final del turno de trabajo cerca de 50 kilómetros. Eso sí, con las correspondientes paradas para hacer provisión de gasoil y las delicadas maniobras de pala en varios puntos concretos.
Dos conductores de las pisanieves comentan una incidencia sucedida durante el pisado (Foto: Ivan Sanz).
La Molina estrena pisanieves
Lo primero que hacemos es acercarnos al almacén y garaje de Montana, donde está el taller de reparación y aparcamiento de las “ratracs”. Allí Sergi tiene adjudicada una máquina, la 88, nueva de este año. Se trata de una Pisten Bully 600 Polar, equipada con un cabrestante de 4,5 toneladas. Cumple con todas las normativas medioambientales de la UE y lleva incorporado el sistema de AdBlue, para así generar bajas emisiones de gases y CO2. A pesar de tener más potencia que modelos anteriores, y consumir bastante menos, puede llegar a un consumo de entre 18 y 40 litros de gasóleo / hora.
Empezamos a pisar y fresar
Subimos a la Pisten Bully totalmente nueva, todavía con los plásticos de precinto en el asiento del copiloto, donde me siento yo. “Lo primero que hacemos es ponerla en marcha, que se caliente y mientras tanto volvemos a bajar para hacer una revisión ocular del exterior de la máquina” me cuenta. También pone en marcha un ordenador conectado con la central y con el que se comunican las posibles incidencias, además de consultar el parte de trabajo del día. Asimismo, se comunica por radio con el resto de los compañeros de turno. En total, en esa sesión de pisado, salen a pistas 6 máquinas.
La nueva Pisten Bully Polar 600 de La Molina en plenas tareas de pisado (Foto: Ivan Sanz).
Hechas las primeras comprobaciones vamos a hacer provisión de combustible. Mientras bajamos por la pista Olímpica, en dirección hacia su sector de trabajo, me advierte que “estas son máquinas muy costosas y que hay que amortizar en un corto periodo de tiempo, sobre todo si tenemos en cuenta que sólo trabajarán 5 meses al año". Hay que tener presente que vida útil de estas máquinas es de 10.000 horas de trabajo, pero pueden empezar a plantear averías y problemas a partir de las 6.000 horas.
Así es la perspectiva de una pista desde la cabina de una pisanieves (Foto: Ivan Sanz).
Una vez rellenamos el depósito, de una capacidad de 300 litros, subimos por la pista de Quatre Camins. Pasamos buena parte del turno de trabajo arreglando, nivelando y peinando las pistas de Moixeres, las Diagonals Alta y Baixa y Costa Rasa. Lo hacemos aún con horas de luz. Terminadas estas pistas nos dirigimos hacia el Estadi FIS Roc Blanc, donde tendremos que usar el cabrestante, ya en la plena oscuridad de la noche.
Sergi Ricard en la cabina de la pisanieves (Foto: Ivan Sanz).
El uso del cable y el cabrestante
La Roc Blanc es una pista de gran pendiente que requiere uso de cable. Cuando llegamos al punto de anclaje -siempre situados en la parte alta de la pista- le pido cuáles son las ventajas de trabajar con este sistema. Me aclara que el cabrestante permite “mejora la seguridad a la hora de pisar y hace que el resultado en el pisado de pistas con gran pendiente sea posible y resulte de mejor calidad". Y añade que con el cable hay “más capacidad de tracción y posibilita trabajar para pistas de gran pendiente arrastrando y moviendo nieve arriba o abajo, y ello sin el riesgo de lo que ocurría antes, cuando una placa o una pequeña avalancha de nieve se te llevaba la máquina descontroladamente pendiente abajo".
Preparando la pisanieves para trabajar con el soporte del cable (Foto: Ivan Sanz).
Bajamos de la máquina para fijar el cable hasta el anclaje y veo que pone un foco o linterna de luces naranjas intermitentes. Preguntado por la función de este foco me comenta que “es una lámpara de advertencia que permite avisar a los demás maquinistas, o si hubiera algún pister o alguna moto por aquí o quizás algún esquiador de montaña para que sepa que estamos trabajando con cable, con los peligros que para ellos esto conlleva, y así eviten pasar por aquí“.
Hay que recordar que el uso del cable ya ha provocado algún accidente en practicantes de Skimo que han colisionado con un cable de pisanieves. Las consecuencias han sido una tragedia.
Subiendo marcha atrás por la pista Els Coms (Foto: Ivan Sanz).
Mover toneladas de nieve a los Coms
Son las 11 de la noche y una vez terminado el Estadi del Roc Blanc aún queda pendiente pasar por la pista Els Coms. Para esta pista Sergi deberá realizar un trabajo específico, que consiste en bajar nieve de la parte alta, donde sobra espesor, para moverla hacia la parte baja, donde más bien escasea.
Antes de empezar a mover nieve hacemos una parada para comer y beber algo. Son momentos de tranquilidad que aprovechamos para hablar de cuestiones históricas de La Molina, de nevadas, de anécdotas, curiosidades o de algunos animales -zorros, liebres ...- que se pasean por la zona mientras se pisa una pista. O para charlar distendidamente de tantas otras cuestiones del mundo de la nieve o de la sociedad actual.
La nueva Pisten Bully moviendo nieve con soporte de cable en la pista Els Coms (Foto: Ivan Sanz).
Pronto nos acabamos el bocadillo y empezamos una operación un poco más movida que las precedentes, y que consiste en mover muchos metros cúbicos de nieve del lado de los paravientos y arrastrarlos hacia el centro pista y al mismo tiempo hacia las partes bajas. En el caso de esta pista negra, y por ello de gran pendiente, también hacemos uso del cable. Una vez toda la nieve ha sido reubicada en su sitio con la pala, iniciamos el proceso de compactación y el fresado. El resultado final será el de una pista perfectamente planchada y texturizada. Faltan pocos minutos para la una de la madrugada y ya podemos decir que “misión cumplida”.
En unas pocas horas más, a las 9 de la mañana, cientos de esquiadores dejarán su traza a lo largo de 8 horas. La nieve se empezará a mover hacia los laterales de la pista. A las 5 de la tarde serán muchos los metros cúbicos de nieve que se habrán movido del centro pista hacia los laterales. Deberá comenzar un nuevo turno de trabajo para dejarlo, de nuevo, todo a punto. Y así cada día hasta final de temporada, hasta que la nieve se funda y los esquiadores dejen de deslizarse por La Molina. Mientras tanto una cuenta atrás para dejar las pistas bien arregladas y peinadas todos los días entre las cinco de la tarde y las 9 de la mañana.
Sergi Ricard, el maquinista que nos ha acompañado en la sesión de pisado del 2 de febrero (Foto: Ivan Sanz).
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