Uno de estos métodos es la antigua práctica de las cabañuelas, que ha vuelto a cobrar relevancia gracias a meteorólogos como Jorge Rey.

 

 

Este método implica observar las variaciones meteorológicas durante los primeros días de enero o agosto y utilizar estas observaciones para proyectar el comportamiento climático en los meses siguientes. 

 

Aunque la AEMET las cataloga como "pseudociencia", las cabañuelas siguen siendo una referencia para muchas personas, especialmente cuando son interpretadas por meteorólogos como Jorge Rey.

 

 

 

 

Aunque el método de las cabañuelas no concluye hasta diciembre, Jorge Rey sugiere que las tendencias climáticas comienzan a hacerse más evidentes después de agosto.

 

En esta ocasión, las cabañuelas y las observaciones de Jorge Rey señalan un invierno que podría ser caracterizado por temperaturas más frías de lo habitual y la llegada de tormentas. 

 

 

Aunque el descenso térmico no será tan pronunciado como se anticipaba, se espera que tenga un impacto notable, especialmente en las regiones del norte del país.

 

Además de las cabañuelas, Jorge Rey ha mencionado un fenómeno intrigante relacionado con las golondrinas y su comportamiento inusual durante el verano. 

 

 

Aunque las cabañuelas pueden carecer de base científica, la combinación de esta tradición con la experiencia y las observaciones de meteorólogos como Jorge Rey aporta una dimensión interesante al pronóstico climático. 

 

A pesar de la incertidumbre que rodea siempre las predicciones climáticas, la atención se centrará en cómo estas proyecciones se manifestarán en la realidad invernal de España.

 

 

 

Aunque estas predicciones no están exentas de incertidumbre, ofrecen un vistazo intrigante a lo que podría deparar el clima en los meses venideros. 

 

La conexión entre las cabañuelas y las observaciones modernas de los meteorólogos resalta la continua interacción entre la sabiduría ancestral y la ciencia contemporánea en la búsqueda de comprender y anticipar los caprichos de la naturaleza.