De hecho, la función de los climatólogos tiende a estudiar más el pasado que incluso el presente. El pasado nos muestra ejemplos de cómo ha evolucionado la tierra y qué efectos ha tenido en la sociedad y en la naturaleza, y nos ayuda a predecir qué podría volver a pasar en el futuro. Pero la meteorología se dedica más a la predicción, a tratar el presente y futuro inmediato y siempre con unas fuertes bases científicas que ayuden a hacer pronósticos fiables.

Un claro ejemplo lo tenemos en los hombres/mujeres del tiempo. Ellos no se van a fijar en cómo ha ido evolucionando la temperatura media de la ciudad “X” en los últimos 200 años para hacer una predicción de qué tiempo hará mañana. Pero en cambio, el climatólogo estudiará cómo ha ido evolucionando la temperatura media de la ciudad “X” en los últimos 200 años para hacer una previsión de cómo puede seguir evolucionando en los siguientes 300 años o ver si ha habido épocas parecidas hace 1.500 años y cómo la humanidad se adaptó al medio.

 

 

Las dos ciencias son muy importantes y, como decimos, son hermanas de la misma familia, y se necesitan la una de la otra. Pero si se jugara un partido de fútbol, no es lo mismo poner de titular a un jugador que aguanta 90 minutos en el campo (Climatología) que uno que puedas introducir al campo en el minuto 85 para dar velocidad y potencia en los últimos 5 minutos (Meteorología).