Así lo recomienda también la Dirección General de Tráfico, que nos advierte que una frenada en estas circunstancias, como en ciudad, puede que se convierta en un peligroso derrapaje por falta de agarre de los neumáticos. Y todo ello acabar en un accidente.

 

 

 

En un episodio de lluvias otoñal como el sufrido en los últimos meses esto si cabe se ve aumentado, ya que las hojas mojadas retienen el agua, siendo tan resbaladizas como la nieve. Esto ha sido testado por fabricantes como Ford, que llevo a cabo unas pruebas en Bélgica. Para ello recogieron hojas caídas de los árboles en bolsas y procedieron a cubrir una pista de pruebas. El estudio determinó que en determinadas situaciones las hojas podían ser tan resbaladizas como la nieve. Como es una superficie de resbaladiza se mide en unidades llamadas µ. Cuanto más resbaladiza sea la superficie, menor será el número. En las pruebas, y en su momento más resbaladizo, las hojas midieron un nivel de µ entre 0.3 y 0.4. Típicamente, los mismos niveles de µ observados en las superficies nevadas.

 

 

El problema es que cuando conducimos por nieve extremamos la precaución, pero cuando hay hojas no reparamos en el peligro que pueden suponer. Por lo tanto cuando nos encontramos con hojas en la calzada con humedad o lluvia debemos extremar la precaución como si de nieve se tratara, reducir la velocidad y estar muy alerta ante frenazos, ya que nos podemos encontrar con alguna desagradable sorpresa al perder agarre.