La pintoresca ciudad de Steamboat Springs en Colorado, conocida por su estación de esquí y ambiente de pueblo pequeño, se enfrenta a un desafío crucial: la escasez de viviendas a pesar de ofrecer salarios generosos. 

 

El último ejemplo que ha destapado la agencia de noticias AP: Una oferta de empleo para un puesto de jefe de recursos humanos y gestión de riesgos, con dos candidatos que lo han rechazado por no poder cubrir el precio de un lugar para vivir. 

 

Hasta aquí podríamos pensar que el empleo está poco remunerado, pero resulta que el sueldo que se ofrece es de 167.000 dólares anuales, cuando el salario promedio en EE.UU. es de 53.428 dólares, tres veces menos.

 

Aunque el área ha sido históricamente asequible en comparación con otras ciudades turísticas de montaña, la pandemia ha desencadenado un auge inmobiliario que ha elevado los precios de las viviendas en casi un 80%, atrayendo a compradores de segundas viviendas, inversores de alquiler a corto plazo y trabajadores remotos.

 

 

 

Este aumento ha provocado una lucha para los trabajadores locales, incluso aquellos con salarios elevados, que encuentran difícil encontrar vivienda.

 

Las tensiones en Steamboat no se limitan solo a la vivienda.  La estación de esquí local, enfrentada a la falta de alojamiento para sus empleados, ha tenido que recurrir a alquilar un hotel, ya que las casas que solían destinarse a los trabajadores ahora se convierten en alquileres turísticos.

 

Y el hospital Steamboat, por ejemplo, se ha visto afectado por la competencia de compradores de fuera de la ciudad que pagan en efectivo sumas superiores a 1 millón de dólares por propiedades, lo que ha dejado puestos vacantes durante más de dos años.

 

La situación ha llevado a un cambio en la dinámica de vivienda en la ciudad. Loryn Duke, directora de comunicaciones de la estación de esquí Steamboat, señala que antes las casas estaban destinadas a los empleados y los hoteles a los huéspedes, pero ahora esta dinámica se ha invertido: "Ahora las casas son para los huéspedes y los hoteles son para las viviendas de los empleados".

 

 

El proyecto propone la construcción de más de 2.200 unidades de vivienda destinadas a residentes locales con ingresos específicos y la restricción de venta y alquiler a aquellos que cumplan con ciertos criterios.

 

Sin embargo, este proyecto no está exento de controversia, ya que algunos residentes locales expresan preocupaciones sobre su financiación, el impacto en el tráfico y la infraestructura, y su posible efecto en el carácter único de la comunidad. 

 

La ciudad se encuentra dividida sobre cómo abordar la crisis de vivienda, con tensiones entre los residentes sobre quién debería asumir la responsabilidad y cómo financiar nuevas construcciones.

 

 

A medida que los precios de la vivienda siguen aumentando, la ciudad busca soluciones equitativas y sostenibles para preservar su carácter distintivo y brindar viviendas asequibles a su creciente población.