Cuestiones identitarias dentro del mundo de la nieve
La identidad de un destino de nieve. ¿Cuidan suficientemente su identidad las estaciones de esquí?
Bandera andorrana ondeando en la grada durante las finales de la Copa del Mundo de esquí alpino en Soldeu en 2019 (Foto: Grandvalira)
A menudo escuchamos a amigos o compañeros esquiadores que van a tal estación porque les gusta como es. Es decir, por su suma de alicientes y atributos que la hacen atractiva. Posiblemente valoran un conjunto de cuestiones, tales como la proximidad, el precio de los servicios, el tamaño o, porque no, su identidad. Y dentro de la identidad posiblemente lo que hacen es que se identifican con su ambiente. Cuántas veces no hemos escuchado o leído que tal o cual estación es familiar. En otros casos auténtica. Bucólica. Y en menos, hemos escuchado "glamorosa", deportiva, montañera...
En resumen, que la identidad de las estaciones también es una cuestión importante. Hace que nos encontremos más o menos como en casa, a gusto, y por ello puede influir a la hora de decidir en qué destino de nieve queremos pasar una semana blanca o un fin de semana. Incluso para decidirnos para hacer una esquiada de sube-y-baja.
Rótulo de señalización de pistas con nombres locales y en aranés en Baqueira. La identificación con nombres y fauna local refuerza la identidad y singularidad de un destino de nieve (Foto: M. M.).
La identidad de un pueblo, la de un destino de nieve
Navegando por internet he encontrado diferentes fuentes que explican que la identidad de un pueblo la determina su historia, el territorio, los símbolos, la música, la danza, el idioma, la religión, símbolos naturales, la arquitectura, la gastronomía... Y unos cuantos más que sería largo detallar.
Explican, estas mismas fuentes, que este concepto de identidad no es estático, sino dinámico y que es algo que siempre está en construcción. O en deconstrucción. Incluso fenómenos de la naturaleza como un terremoto, un incendio o una plaga o el transcurso de la vida política determinan la identidad de un pueblo. Es un proceso vivo y en constante evolución.
Estación de La Parva con una gran bandera de Chile en medio de una pista (Foto: DDLN 2016).
Si trasladamos estos conceptos que configuran la identidad de un pueblo a un destino de nieve, podemos comprobar que son perfectamente comparables y que, en consecuencia, también podemos decir que cada estación va construyendo su identidad.
Terraza del restaurant-refugio L'Oule en Saint Lary. Una seña de identidad de la estación. (Foto: IST).
Podemos añadir cuestiones únicas y exclusivas que únicamente encontramos en las estaciones de esquí. Por ejemplo, la técnica que han enseñado las escuelas de esquí de aquella estación y que luego veremos poner en práctica en sus esquiadores habituales. Cierto, sin embargo, que esto pasaba más en los años 80 y 90 del siglo pasado, y que esto ahora ya no se nota tanto. Cosas de la globalización...
Después de dar unas cuantas vueltas a esta cuestión he recordado decenas de imágenes, e incluso olores, que me sirven en un instante y con los ojos cerrados, para identificar de qué estación de esquí se trata. Pero hay más cosas.
Una imagen histórica. Font Canaleta, el primer telesquí de La Molina y España. La historia es uno de los rasgos que mejor identifica un destino de nieve (Foto: archivo CEC).
Los habituales
El caso es que cada fin de semana, en una estación de esquí, confluyen centenares o miles de esquiadores que le dan vida, y que en un buen porcentaje son clientes habituales. Y dentro de los clientes fieles también está el caso de los clubes que están allí radicados. Y sin duda que juegan su papel.
Por ejemplo, hay clubes de esquí que tienen un perfil más dedicado a la competición, y cuando en una estación se ven muchos clubes ya nos puede estar diciendo qué tipo de alma o filosofía tiene. O política comercial. Por contra, también hay clubes que se enfocan más al ocio y estos posiblemente dinamizan más en conjunto una estación que los que entrenan todo el día en un espacio concreto. Uno se entera de su existencia porque abandonan "a lo grande" la estación a las 2 de la tarde.
Marchica de Formigal, donde el après-ski forma parte de la identidad de este destino de nieve junto a Panticosa (Foto: Aramon).
La entonada, acento o idioma de sus clientes
Seguro que todos vosotros también os pasaría. Si os tele transportarán virtualmente a la cola de un remonte con los ojos cerrados, y únicamente pudierais escuchar las voces de fondo... ¿Seríais capaces de acertar en qué estación os han tele transportado?
Es más: estoy convencido de que, si en lugar de la cola de un remonte nos pusieran junto a una terraza llena de gente, incluso por los olores de la cocina o por la música de los altavoces, al poco rato acertaríamos en qué estación nos encontramos. Y ya no hablemos si pudiéramos fijarnos durante un rato en cómo visten los clientes, en qué idioma hablan o incluso con qué entonada o acento.
Si escuchamos hablar un francés bien vocalizado y más bien sonoro, o un catalán afrancesado, será que estamos en... No falla, en alguna estación de la Cerdaña francesa. En la imagen, el club esquí de Llívia en Porté Puymorens (Foto: diaridelaneu.cat).
El paisaje y el clima
Ni que decir que aparte de las personas, la identidad también viene definida por otras cuestiones, y entre estas, está el paisaje más cercano. Que las montañas del entorno sean más salvajes, redondeadas, o con más o menos bosque, también determina su identidad. Y ya no hablemos de la climatología: si son destinos de nieve más propensos a los frentes del norte, a las llevantadas, al viento, los días de sol, la niebla, o la tipología de nieve que más frecuentemente encontramos en pistas.
Queda claro que el logotipo de Sierra Nevada se identifica con la cumbre de El Veleta.
Ya para ir terminando, quizás también podemos añadir la carretera (si esta es estrecha, ancha, con eses o paellas...), la arquitectura de sus edificios (su estilo arquitectónico, material de construcción más o menos autóctono, más rústico, montañero, moderno ...), la variedad de pistas (cuántas más negras y rojas, más esquiador técnico, y cuántas más verdes y azules, esquiador más turista ...) o por la gastronomía que nos ofrecen sus restaurantes o cafeterías.
Foto: Si observamos estas antenas, ¿qué estamos viendo? No falla, el Pico del Orri y la estación de Port Ainé con su característica olla por la vertiente norte.
Y si un pueblo tiene su escudo, cada estación tiene su logotipo, a través del cual se pueden explicar muchas cosas de su identidad y quizás de su historia. Y así algunas otras cuestiones que quizás olvido o que no he sabido valorar.
Los seis logotipos de Vallter 2000 a lo largo de su historia demuestran su inquietud por ser una estación de acuerdo con los tiempos (Archivo Diaridelaneu.cat)
En definitiva, la identidad de los destinos de nieve me ha parecido una cuestión que cada año que pasa me parece más interesante. He visitado estaciones que, en mi discutible y personal criterio, tienen en su identidad una cuestión bastante sensible por resolver. Y también las hay que acaban haciendo un exceso en destacar un rasgo concreto de su identidad y se olvidan de otros que los identificarían con más acierto y mejor proyección.
En el mundo actual, tan competitivo, global y perfeccionista, la identidad no debería ser una cuestión más, sino que debería empezar a ser una cuestión a la que habría que dedicar mucha más atención. Una identidad en torno a la cual todo debería tener un sentido. Un relato. Una experiencia. Por supuesto que es una opinión muy, muy personal, y que solamente es consecuencia de mi identidad de esquiador demasiado inquieto. Se entiende lo que quería decir, ¿verdad?
Y vosotros… ¿Alguna anécdota al respecto de la identidad para explicar?
El paisaje. Una de las señas de identidad en Gourette (Foto: IST).
Blog creado por Ivan Sanz Tusell
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