Para obtener la autorización del Estado para abrir, Keystone tuvo que reducir el aforo de esquiadores máximo, básicamente porque hasta el momento solo tiene en funcionamiento tres remontes de los aproximadamente veinte que tiene el resort y vender los forfaits de forma anticipada. Así se aseguraba que sólo iban a esquiar el número máximo permitido de esquiadores y ni uno más.

 

El problema es que había miles de aficionados a la nieve esperando a que Keystone abriera sus pistas, aunque fueran pocas, y enseguida que se pusieron a la venta los forfaits se lanzaron a comprar uno.

 

El resultado fue que, en Keystone, los pases de esquí del primer fin de semana se agotaron en solo 1 hora y muchos esquiadores se fueron con las manos vacías.

 

 

La estación está abriendo gradualmente nuevos forfaits para los siguientes días y fines de semana y se han llegado a detectar hasta 7.000 esquiadores conectados al sistema simultáneamente, lo que a veces provoca grandes retrasos en la compra.

 

La dirección del grupo Vail Resorts, propietario de Keystone, espera que las condiciones de la nieve cambien rápidamente para que las áreas de esquí puedan abrirse por completo y se reduzcan las restricciones de capacidad.

 

Sin embargo, con la distancia no se podrá "rentabilizar al 100%" de la velocidad de los remontes. La normativa establece que “ningún esquiador debe estar cerca de otro esquiador que no forme parte de su grupo en un telesilla o en un teleférico”.

 

Esto se traduce en un aforo reducido en las cabinas, asientos libres en los telesillas… Y, por tanto, con el mismo número de visitantes, colas más largas de lo habitual al pie de los telesillas. Lo que tampoco quieren las autoridades.