24 años educando sobre esquís
Los años han pasado sin detenerse ni un instante.
Del día que decidí dejar de competir y empezar a ver el esquí alpino desde la perspectiva de educadora hasta hoy, han pasado 24 temporadas.
En todos estos inviernos, he visto de todo, pero si algo es constante, son las sonrisas y el agradecimiento.
Seguramente eso sea el motivo que un año más haya decidido continuar educando personas sobre esquís e intentar no morir en el intento y es que, a fecha de hoy, la triple jornada 7 días por semana, es mi día a día: escuela de esquí de Pal - Snowplus Vallnord, negocio propio y “hogar”.
Temporada 2014/2015 Snowplus Vallnord, Andorra
Pero, volviendo a la parte de educación de personas sobre esquís, muchas veces he hecho la siguiente pregunta a compañeros de profesión sobre qué es mejor, si un profesor de esquí que sabe mucha técnica o bien quién es buen pedagogo. La gente vuelve a solicitar nuestros servicios por lo bien que hacemos una bajada en nuestros ratos libres o por lo bien que se lo pasan con nosotros?
Yo, tengo muy clara la respuesta.
La profesión de profesor de esquí, ha estado durante muchos años vinculada a fiesta, ligoteo, estar bien moreno y “a vivir que son 4 días”.
Mi experiencia es bien diferente a ese “san Benito” que se colgó al colectivo.
Como en todos las profesiones donde hay miles de titulados ejerciendo, habrá quién tenga más paciencia, quién sufra más el frío, quién sea más honesto, quién sea un apasionado de lo que hace y quién no.
Y, en el mundo de la nieve, también pasa.
Años 80 - Soldeu, Andorra
En mi caso, dejé la competición de esquí alpino y, puesto que me encantaba todo lo que implicaba esquí y montaña, en el club donde corría “de moza”, me propusieron seguir vinculada a la competición, pero desde otro rol: entrenando los que hasta entonces habían sido mis compañeros de equipo.
Gracias a mi entrenador, Jordi Torres, descubrí el maravilloso mundo de la enseñanza.
Inicialmente sin formación ni titulación, puesto que en el país donde ejercía había una crisis con el centro formativo, empecé a enseñar a gente basándome en lo que a mí me habían transmitido y lo que había aprendido.
Escuela de esquí Soldeu, Andorra - abril 1994
Acabada la carrera en la universidad y con un trabajo fijo de lunes a viernes que implicaba despacho en el corazón financiero de una ciudad catalana, por una apuesta con unos amigos, acabé presentándome a la pruebas de la entonces “escola d’esquí Vall de Boí”, y gané una plaza.
Mi historia de amor con esa zona del Pirineo, hizo que dejara mi sueldo fijo y me fuera a vivir a y de la montaña todo el año.
Que en la escuela de la que formaba parte, fuera obligatorio sacarse una titulación mínimo cada 2 años, hizo que aterrizara en Candanchú, en la entonces “Escuela española de esquí” del señor Roldán, para titularme como diplomada en esquí alpino, titulación que acabé en Baquèira Beret en 1.999.
Y es que para ejercer como profesor, hay que formarse, y no sólo sobre los esquís para hacer demostraciones “con fundamento”, si no sobre biomecánica, nieves y aludes, cuidado y reparación de material, y un largo eccétera que, si además, complementas con cursos de guía de montaña y guía cultural de la zona donde ejerces, puede ser la bomba en el momento de convertirte en el embajador del país o población que representas delante de tus clientes esquiadores.
Foto: ©Diana Martin i Gamisans- Temporada 2015/2016 Pal, Vallnord
Quién más quién menos, pregunta qué hacer después de una jornada en la montaña, dónde ir a comer en pistas, dónde a cenar, qué cosa típica pueden llevarse de recuerdo, qué montaña es esa de ahí delante, cómo puede haber tan buena nieve si hace calor, con qué pisan las pistas, … Y quién mejor que la persona con la pasan un montón de horas para responder? Los profesores de esquí, muchas veces, somos el único contacto con “locales” que tiene nuestro visitante.
El que alquila un apartamento, por ejemplo, sube a pistas y coge un cursillo de 3h/día, en quién va a confiar si no en su “profe”?
Pero no todo es bonito ni es fácil.
Haciendo una ronda por la Península Ibérica preguntado sobre la situación actual del profesor de esquí y su nivel de vida, me he encontrado de todo:
Un profesional diplomado, puede rondar entre los 16 i los 38€/hora de trabajo.
Eso quiere decir que en algunas escuelas, el profesor gana el doble que en otras.
Hace 8 años, en las temporadas en que tuve el placer de formar parte de la familia Era Escòla, cobraba el 70% de la “hora base” por las titualciones en esquí, montaña y universitarias que poseía. Traducido a euros, unos 38€/h
Foto: ©Gorka Martínez Temporada 2007 - Era Escòla, Baquèira Beret
Hay escuelas que valoran todas las titulaciones de un profesor, desde las universitarias a las complementarias, su experiencia, idiomas, etc, com es el caso de Snowtracks.
Algunas incluso forman y reciclan gratuitamente a sus profesores más allá de los cursos oficiales, para que siempre estén al día y puedan dar el mejor servicio a sus clientes.
Recuerdo los fines de semana a las 8h30 en Baqueira con Eduardo Puente.
Demostrador de unos de los centros formadores españoles, nos ponía las pilas corrigiéndonos en demostración, posición en esquí libre, explicaciones, entre risas y complicidad entre todos los que habíamos decidido madrugar un poco más que el resto.
A las 9h50, salíamos disparados cada uno a su centro (Baqueira o Beret) para “empezar” la jornada con los clientes aplicando todo lo que Eduardo nos había corregido (o como mínimo intentarlo).
Sólo fueron 2 temporadas en Era Val, pero fueron memorables por la gente tan especial que allí encontré: amigos de verdad, de los que están en los buenos pero también en los malos momentos.
Y del Aran, volví a mis “orígenes”, a Andorra, donde desde 2009, combino mis trabajos y negocios con la formación de personas sobre esquís en Vallnord, en la escuela de Pal y Snowplus.
Foto: ©Diana Martin i Gamisans- Pal, Snowplus Vallnord- Andorra
El concepto de docencia sobre esquís, de formación de personas, de educar, para mí, es básico, y creo que una cosa es dar una clase de esquí, a secas, y otra muy diferente educar.
Los que optamos por esta segunda opción, creemos que nuestros alumnos no sólo pagan una clase de esquí para aprender a deslizar, si no que tenemos la obligación de darles un plus, explicándoles desde la diferencia entre un pino y un abeto (para que sepan qué árboles les rodean), las montañas por dónde nos movemos o bien hacerles ver que el típico “no puedo” no existe: son ellos mismos quienes se están poniendo límites inexistentes y que, con nuestros polvos mágicos y nuestra mano amiga en su primer bajada fuera de la zona de debutantes, son capaces de vencer sus miedos y su zona de confort.
Foto: EnjoyingAndorra- Temporada 2015/2016 Pal, Vallnord- Andorra
Para acabar, me permitirás que dé las gracias a todos aquellos que alguna vez han confiado en mí, dejándome “prestados” a sus hijos, creyendo que sí podían bajar por donde estaban convencidos que no, a los que han reído conmigo, a los que se han enfadado porqué les exigía “demasiado” (alguno habrá, digo yo…), a los que han repetido, a los que me han odiado, pero, sobretodo, quiero dar las gracias a todos y cada uno de vosotros que me ha hecho crecer profesionalmente, la cual cosa ha implicado inexorablemente, crecer como persona.
Felices fiestas! Nos vemos en Pal o en la red!!!!!!
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Blog creado por Diana Martin i Gamisans
Fotografía de acción, deportes de montaña, qué me calzo y cómo me visto para hacer una salida sobre nieve, necesito material técnico y no sé por dónde empezar, el GRM, pisteros, atletas de World Cup y todo aquello que me rodea y es parte de mi día a día y de mis escapadas
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