Hola queridos amigos de Lugares de Nieve, ¿cómo estáis? ¿Pudisteis esquiar el pasado fin de semana de la nieve recién caída? Espero que sí, aunque no fue fácil dependiendo de la estación a la que fuerais.

Hoy me gustaría hablar de las expectativas contra la realidad en el esquí. En el esquí de los que somos esquiadores no profesionales, los que somos simples aficionados. Como sabéis, la mayoría de los esquiadores, los que hacemos que el mundo del esquí funcione y pueda existir, somos simples aficionados, aunque le ponemos tanta pasión y entusiasmo que lo vivimos de la misma manera que lo viven los profesionales. Quizás más en algunos casos ¿eres uno de esos casos?

Nuestra pasión hace que, en ocasiones, las expectativas que vamos generando a lo largo de la semana no se correspondan con la realidad de lo que después ocurre cuando estamos en la montaña.

El pasado fin de semana, por ejemplo, teníamos unas expectativas tan altas que, en muchas personas la realidad generó frustración y sentimientos negativos. Después de unos días de intenso frío, mucha nieve caída y muchos deseos de esquiar, todos subimos a las estaciones con una ganas tremendas de disfrutar de la nieve polvo, de laderas llenitas de nieve inmaculada esperándonos para hacernos pasar esos deliciosos momentos de los que podemos disfrutar muy pocas veces al año. Y¿qué nos encontramos? Pues, al menos yo, un viento terrible que se llevaba, junto a la nieve, todas las ilusiones que me había ido creando. Por suerte, en una estación grande, si buscas encuentras, y un poco sí nos quitamos las ganas de flotar sobre una nieve muy rica, fría y agradecida.

Sin embargo, y a pesar de que yo esquié hasta casi la extenuación, no nos llevamos la recompensa que otras veces hemos tenido… Y te vas a casa con la sensación de que te ha sabido a poco. Teníamos, al menos yo tenía, unas expectativas demasiado buenas...

Foto de Mario Manso/Kohvamedia en la gran nevada de diciembre la pasada temporada en Grandvalira

Realidad vs. Instragam

Pero, realmente, el propósito con el que escribo este artículo es para que hablemos de Instagram. De Instagram como plataforma de moda hoy en día, pero podríamos hablar de las redes en general. Incluso de toda la publicidad e información que recibimos por cualquier medio.

El hecho es que, si eres un poco "friki" (permitidme la palabra) del esquí, como lo pueda ser yo, por ejemplo, cada día puedes ver, 6, 8, 16 o 20 videos maravillosos de gente esquiando como los ángeles en unos parajes idílicos, perfectos. Nos deleitamos de la imagen, del sonido, de la armonía con la que esquían los "gurús" del esquí sobre una nieve que supera la de nuestros sueños. Y considero que es bonito verlo, disfrutarlo desde el sofá de casa, o en el asiento del metro yendo al trabajo. Nos entretenemos con nuestro deporte favorito, y eso está bien. A todos nos gusta.

El problema viene cuando nos toca esquiar a nosotros y queremos emular a nuestros ídolos, o a personas que seguimos en Instagram, tan cercanas a nosotros por verlos cada día, incluso puede que a algunos los conozcamos personalmente. La realidad nos dará en toda la cara y puede que no nos sintamos contentos. Incluso puede que nos veamos en un video grabado por algún amigo (normalmente fatalmente grabado) y pensemos que no esquiamos muy bien.

La comparación entre nuestras expectativas o ilusiones y la realidad nos puede hacer mucho daño. Y hay que pensar que, muchas veces, para conseguir unos segundos de video, esos profesionales han desechado minutos y minutos, o puede que horas, de grabación. Todo ello en un entorno profesional. Cámara de miles de euros, "filmaker" profesional, esquiador súper "pro", marcas que pagan un proyecto, edición perfecta, música "ad hoc"... Y nosotros somos esquiadores de fin de semana y nos graba nuestro amigo con el teléfono... Seguro que no esquías tan mal, pero no es fácil salir "bonito".

En general, yo, que sigo al día, incluso por horas a veces, a muchísimos esquiadores en Istagram, nos dejamos influir por personas que son profesionales de nuestro deporte. Puede que esos profesionales sean competidores de alpino, de freeride, profesores de esquí o, en ocasiones, pueden ser incluso esquiadores de fin de semana como tú y como yo. Pero siempre hay que tener en cuenta el nivel que han adquirido por su profesión o dedicación y las diferencias técnicas y físicas que tenemos con ellos.

Y cuento esto, volviendo al inicio, para que nuestras expectativas no nos generen frustación o un poco de malestar por no conseguir esquiar tan bien y en un entorno tan idílico como el que vamos generando con nuestra ilusión. Quizás lo ideal, para la mayoría de esquiadores, sea el intentar vivir el aquí y el ahora. El disfrutar de la nieve que tenemos bajo nuestros esquís y dejar nuestras ilusiones y fantasías para el sofá de casa o el asiento del metro.

Y, tambiién, y me parece importante, explicar a los más jóvenes, a nuestros hijos, sobrinos y allegados, que esos videos que vemos en las redes están rodados por esquiadores profesionales, con cámaras profesiones, muchas veces con unas medidas de seguridad especiales, y hasta con equipos médicos preparados. Y que, si quieren llegar a esquiar así, tienen que prepararse a conciencia, empezando por las clases, por los clubs, por el entrenamiento exhaustivo y duro y, aún así, solo unos pocos llegan a conseguir esas imágenes que tanto nos gustan.

Ejemplo de ese esfuerzo son nuestros admirados Aymar Navarro y Abel Moga, a los que este fin de semana deseamos la mejor de las suertes y que sigan haciéndonos soñar.