Nos encontramos con dos situaciones comunes: o bien hemos adquirido una prenda que originalmente era impermeable pero, debido al uso y los lavados, ha perdido sus propiedades; o necesitamos impermeabilizar una prenda o calzado para una actividad específica. Para resolver estas necesidades, contamos con diversos productos disponibles en el mercado.

 

 

Aunque a menudo se confunden, la repelencia al agua y la impermeabilidad son conceptos distintos. Una prenda repelente al agua significa que las gotas de agua simplemente resbalan sobre la superficie de la misma. Esta repelencia puede limitarse únicamente a la capa exterior de la prenda. Por otro lado, una prenda impermeable es aquella que evita que el agua penetre en su interior, al tiempo que permite que el sudor se escape. La impermeabilidad se logra mediante el uso de membranas, cuya efectividad puede variar según su calidad.
 

 

 

Es fundamental cuidar las prendas impermeables, procurando minimizar su lavado siempre que sea posible. Es recomendable lavar las capas interiores con regularidad, pero se debe evitar lavar las capas exteriores con el fin de preservar sus propiedades impermeables. En caso de ser necesario lavarlas, se debe hacer con agua fría, sin agregar suavizantes, y secar al aire libre. Es importante mantener estas prendas limpias, ya que poseen pequeños poros que impiden la entrada de agua y facilitan la evacuación del sudor. Sin embargo, el uso de suavizantes puede obstruir estos poros, comprometiendo su capacidad de transpiración.

 

 

Una manera práctica de determinar si es necesario volver a impermeabilizar una prenda es realizar la prueba del algodón, similar a la que se realiza con las suelas de los esquís. Consiste en dejar caer una pequeña cantidad de agua sobre la superficie y observar si resbala o penetra en el tejido. Si la prenda absorbe el agua en lugar de repelerla, será necesario volver a impermeabilizarla.