Un día de otoño cualquiera, entre rayos de sol y nubes que te avisan que pronto tu horizonte será blanco durante 5 meses.

Llega un correo que no esperas.

Asunto: “nature bissé- inúu”

Décimas de segundo y tu cerebro procesa las palabras leídas y las vincula a bienestar y, en un momento, parece que ya brilla más el sol que unos segundos antes.

Quién me conoce sabe que no “me acuerdo” nunca de hacerme masajitos, tratamientos y cosas de ese tipo, así que... alguien decidió regalarme uno.

Un “simple” correo electrónico contenía un masaje exfoliante corporal con un posterior masaje hidratante.

La cosa prometía.

60’ de mimos en inúu!

60’ de mimos cítricos a base de cremas naturales (en consonancia con mi filosofía de vida “RRR”, es decir, recicla, reutiliza, repara).

Está claro que esta vez no tenía excusa para no dedicarme un rato a mí misma, así que dejé el ordenador, la cámara, las montañas y me adentré en el mundo de las burbujas, el agua termal y el relax.

Me recibió Álex Pedro, un masajista profesional que lleva 14 años en la casa, primero en Caldea y, desde su inauguración, en inúu.

Era mi día de suerte, no sólo iba a preparar mi piel para el invierno, si no que iba a disfrutar de un masaje profesional durante 1 hora (siempre se agradece que, a parte de ponerte cremas, sepan dónde tienes una contractura o una zona más sensible que otra).

Después de 360 segundos de relax, Álex me acompañó a la zona lounge y me dijo adiós con una infusión bien caliente al lado de las vidrieras que dan al río Valira y al valle del Madriu, con sus colores de otoño saludándome.

Tanta calma, casi me olvido de las fotos y la filmación.

Del espacio “ú lounge”, pasé a la zona acuática.

Qué te voy a contar? Mejor lo ves. Te parece?

Hacía tan buen día que, al salir, decidí dar un paseo por Escaldes, pero no por la zona de tiendas, sinó por las calles empinadas que antaño vieron tantas veces subir y bajar ovejas, cabras, vacas y caballos.

Una ruta circular entre paisajes urbanos y rurales, partiendo de la misma entrada principal de Caldea, dirección "camí de la Salita", para seguir por el "camí de la Grau", "camí de la Pelletera" y regreso al Parc de La Mola por dentro de Escaldes.

Un paseo hacia el pasado, por cuestas empedradas, aptas para hacer un recorrido en familia (incluso con cochecito), perderse en un rincón y robar un beso o bien observar medio país bajo el cálido sol de otoño.

Tan cerca y tan desconocidos.

 

A un paso de las calles comerciales, a un tiro de piedra de Caldea-inúu, del bullicio de la vida diaria, testimonios de la historia pasada, presente y futura.

Paredes de piedra que si pudieran hablar nos contarían historias de amor, de terror, de risas y de penurias.

 

Andorra es un país de montaña, un país lleno de inmigrantes hoy, que hacen grande estos 468 km2 de verticalidad, un mestizaje de culturas, de procedencias.

Pero cuando levantaron estas casas, que ahora fotografío encantada, los habitantes de estas montañas vivían una realidad bien distinta: muchos de ellos no tenían nada que llevarse a la boca y emigraban a zonas más fértiles o bien buscaban trabajo como mozos en casas grandes en zonas de clima más benévolo.

 

Algunos volvieron, algunos formaron su familia fuera, algunos hicieron fortuna.

Pero todas y cada una de esas historias personales, familiares, de alegrías, de penas, han quedado atrapadas entre estas piedras, entre las paredes de piedra seca que ya nadie saber construir como antes.

Vienes a escucharlas andando estas calles, poniendo tu oreja bien pegada a estos pajares, gallineros y eras?