Si algo tiene Vola es ADN

Esta empresa familiar, convertida en referente mundial del encerado del material de deportes sobre nieve, se creó en 1935 en Colmar.

Cuatro generaciones después, ahora con base en Passy, en el Valle de Chamonix, distribuyen sus productos por todo el mundo (la complicada Asia, incluida) y con la reciente inauguración de una oficina permanente en Puigcerdà.

Una empresa que empezó encerando los esquís de los vecinos para que pudieran "circular" de valle en valle en los duros inviernos de los Alpes de principios del siglo XX, ahora innova trabajando codo con codo con los atletas FIS World Cup, en estrecha colaboración con la Federación Francesa de Esquí (FFS)

Casi 90 años de historia y una Guerra Mundial

En estas casi nueve décadas, la empresa química del bisabuelo vió pasar una guerra mundial.

El 15 de junio de 1940, la familia abandona la bombardeada Colmar para instalarse donde desde entonces han crecido como negocio y como familia: El Valle de Chamonix

La posguerra no fue fácil para Europa y menos en las zonas de montaña, pero llegó la recuperacion económica y, con ella, el ocio.

Ese ocio se tradujo en la aparición del esquí alpino como "divertimento" y fue ahí donde la marca dió un salto.

De ser Parsenn, pasan a operar bajo el nombre de Vola (más fácil de pronunciar) en los años 60

En los 80, se alcanza velocidad de vértigo con el salto a Japón, en pleno esplendor económico:

1 millón de pastillas de cera de 24gr en 1 año.

En 1995 vuelven a hacer un salto cualitativo, ampliando abanico de productos para entrar en el "timming", es decir, en la medición de cronos en carreras y entrenos, tanto con software como con hardware y vinculándose también al mundo del motor y al ecuestre entre otros.

El "live streaming" ya existe en esa época en su vocabulario.

La cuarta generación y el compromiso con el medio ambiente

Nuestra visita al "headquarters" de Vola va de la mano de Marine y Jean-François Ferreira.

Ella, la directora creativa. Él, el CEO de la empresa.

La cuarta generación que tiene muy claro un concepto: El medioambiente.

Por ello, antes que la FIS empezara a pensar en qué pasa con los componentes de las ceras y su impacto en el entorno, Vola ya empezó a fabricar productos sin fluor.

En palabras de Jean-Françoise "queremos ser parte de la solución, no parte del problema. Para nosotros no es una cuestión de postureo, es una cuestión de principios"

Y es que los hermanos Ferreira nos explican que "vivimos en las montañas, practicamos deporte en este entorno privilegiado desde que hemos nacido. Tenemos muy claro que tenemos el deber de proteger el espacio donde hemos jugado desde pequeños, donde hemos crecido nosotros y donde crecen nuestros hijos"

Más allá de las ceras sin fluor, tanto para competición como para el público en general que practique deportes de deslizamiento sobre nieve, Vola ha sacado un producto que aún va un paso más allá:

La cera e-wax, donde hasta el embalaje está libre de plástico.

Vola, pues, no apuesta sólo por el futuro, si no por un presente más amable con la naturaleza, que forma parte de su historia.

La empresa sigue su expansión y, a demás de cera, ofrece productos de limpieza específicos para ropa impermeable, cascos y máscaras (las que podemos ver en atletas de la copa del mundo de esquí)

Presente en 31 paises con 30 empleados.

Así nos lo que nos explicó Jean-François Ferreira en nuestra visita a la fábrica de Passy, Chamonix: