En el pueblo de Eyne, en los Pirineos Orientales, todo el mundo conoce a "Monsieur le cerf". Se trata de un ciervo que desde hace unos meses recorre los jardines de las casas y se ha convertido en una mascota de sus habitantes.

 

 

 

En sus paseos diarios por Eyne, el ciervo tuvo la mala idea de comerse algunas flores y el propietario del jardín lo denunció al Ayuntamiento.

 

 

Y aquí entra en acción Mathilde Manya, otra vecina, que ha iniciado una campaña de recogida de firmas on line para que se deje al ciervo seguir viviendo como le dé la gana.

 

 

Su caso desata pasiones y la petición para salvarlo supera las 4.700 firmas.

 

La asociación local por la defensa de los animales, Pil Pils, también se movilizó para salvar al venado organizando una manifestación el sábado 16 de abril en Eyne.

 

 

Un caso que, según el alcalde de Eyne, Alain Bousquet, ha ido demasiado lejos. El edil recuerda que el ayuntamiento nunca ordenó el sacrificio del animal, y que el expediente está en manos de la Oficina francesa para la Biodiversidad, única facultada, junto con la Prefectura, para tramitar expedientes sobre la fauna y el parque cinegético. Aún no se ha tomado ninguna decisión.

 

El alcalde recuerda que no se recomienda alimentar al animal, ya que podría dañarlo y provocar accidentes y considera que el problema es que “hay gente que confunde protección de la naturaleza con maternalismo. La naturaleza no es un parque de Walt Disney, tienes que dejar a los animales salvajes en la naturaleza".