Un alud en el canal de la Trapa en Huesca sorprende a tres instructores de montaña
Fotograma del vídeo del alud.
Wed, 06/01/2021 - 15:36
Afortunadamente, todo quedó en un susto y ninguno ha sufrido daños, pero advierten del riesgo de avalanchas en el Pirineo.
La gran cantidad de nieve acumulada este mes de diciembre y principios de enero ha llevado a muchos esquiadores de travesía a la montaña. Las condiciones son impresionantes, en calidad y cantidad, pero también peligrosas y los servicios de emergencias no se cansan de alertar del peligro de avalancha.
De hecho, desde que empezaron las navidades no hay semana en la que no tengamos noticia de que se ha desencadenado un alud que ha afectado a esquiadores y montañeros. La última de ellas en el canal de la Trapa, en la cima de La Corallada, un pico del Pirineo aragonés de 2886 metros de altitud, enclavado en el municipio de Villanúa (Huesca).
Es la máxima altura de la comarca de la Jacetania y una de las cumbres más impactantes del Pirineo por su amplia visibilidad, lo que ahora, que está hasta los topes de nieve, lleva a su cima a muchos aficionados a la montaña da todo Aragón.
Entre ellos, tres instructores de montaña especializados en escalada, que el pasado 4 de enero fueron sorprendidos por un alud de nieve. Afortunadamente, todo se quedó en un susto y ninguno ha sufrido daños. Sin embargo, advierten de que, incluso ellos que son profesionales que se dedican a ello, deben extremar las precauciones en todo momento.
Sin nieve, la ascensión a La Corallada no resulta complicada. De hecho, la ruta normal es dura, pero sencilla. En invierno todo cambia. Sus laderas rocosas y peladas pueden volverse una trampa mortal.
Tiene una subida larga de 2.000 metros de desnivel, que comienza en Villanúa (953 m) y sigue una pista hasta el refugio de La Trapa (1.740 m). A partir del abrigo, bien con esquís o gramponeando, queda lo más duro hasta la meseta cimera.
La ruta exige un nivel alto de técnica, sin olvidar la preparación física adecuada. Pero técnica y fuerza no siempre bastan. También hay que saber interpretar la nieve, sus sonidos, la manera en que se ha depositado y las sensaciones que emite. Una inocente fractura puede ser el aviso de un alud.