¿Cuantas veces si no hemos colocado el vaso o la jarra con la inclinación correcta se nos ha llenado de espuma al servirnos una cerveza derramando el amargo líquido de los mil tonos del ámbar?

 

¿Cuál es el ángulo perfecto, según expertos y eruditos, para que esté bien espumada la preciada bebida fermentada (que no destilada) y tenga en su justa medida para dejarnos el bigote que tal parezca que lo hayamos hundido en blanca y cremosa nata?

 

 

Parece sencillo tomarse una cerveza, pero hay que reconocer que se trata de todo un arte. El saber sobre estas tradiciones cuyos ocultos secretos se enterraron en la oscuridad de los tiempos y lo profundo de las bodegas de las abadías europeas de la Edad Media, fueron transmitidos tan solo a unos pocos iniciados que los hicieron llegar hasta nuestros días para llevarlos -incluso- hasta más allá de la mar océana.

 

 

En concreto, hasta un remoto lugar de los Andes, el bar 45 de Penitentes, una estación de esquí de Argentina al que acudieron, en un ambicioso proyecto sin precedentes, prestigiosos arquitectos, ingenieros, físicos, químicos y consumidores de tan preciado néctar, convocados por la cercana Cervecera mendocina Andes, dispuesta a desvelar el secreto mejor guardado desde las antiguas edades del hombre: la manera y el ángulo perfectos para servir una cerveza.

 

Y para hacerlo, nada mejor ni más original, que en vez de inclinar el vaso, lo que se torciera fuera el bar hasta el punto perfecto, y para eso, Penitentes y sus pistas ofrecen la mejor garantía. Algo tan sencillo y complicado a la vez que Andes, la cerveza de la región de Mendoza, ha resuelto al construir el primer bar desnivelado del mundo.

 

 

Si, aprovechando la inclinación natural de las montañas andinas de Mendoza, se ha levantado un bar, el 45 de Andes, en el que todo menos los camareros, está de lado: suelo, barra, mesas, ventanas, mesas, sillas y terraza para que las Andes estén servidas como Dios manda y la espuma justa. Tal como habréis podido imaginar, 45 grados es la inclinación de toda la estructura. 

 

Sin duda, qué mejor lugar para tomarse una Andes bien fresquita tras un glorioso día de esquí que sobre la nieve del extraordinario lugar que es la Cordillera de los Andes. Pero OjO, con moderación y siempre después de la actividad.