La falta de nevadas significativas en los meses de noviembre y diciembre, junto con temperaturas mucho más altas de lo habitual, representaron un serio desafío para Port del Comte. La estación se vio obligada a cerrar sus pistas de forma repentina debido a la intensa lluvia caída a dos días del periodo festivo de la Semana Santa. Cuatro días más tarde, en plena Semana Santa, cayó una buena nevada, pero ya era demasiado tarde.

 

 

El director de Port del Comte, Albert Estella, describió para el medio Regió 7 esta temporada como "una de las más difíciles en los últimos años, destacando la escasez de nevadas naturales y la necesidad de confiar en la nieve artificial para mantener las pistas operativas. Los cañones de nieve producida estuvieron en funcionamiento casi constantemente durante toda la temporada, una medida necesaria para compensar la falta de precipitaciones".

 

 

Además de los desafíos meteorológicos, la estación también se enfrentó a dificultades económicas adicionales debido a la retirada de los apoyos por parte de la Generalitat. Estas ayudas, que anteriormente se destinaban a las tres estaciones de esquí privadas catalanas (más de 1,2 millones de euros) para la producción de nieve de cultivo, han sido redirigidos hacia la construcción de viviendas sociales en la zona del Pirineo.