En tan solo unos días va a ocurrir uno de esos hechos que, aunque casi va a pasar desapercibido, son de los que cambian la historia. Y esperemos, al fin y al cabo es de lo que se trata, que sea para bien. El próximo 5 de abril, Candanchú pasará definitivamente a manos de su nuevo propietario: el Grupo Empresarial Ibernieve Aragón.

 

Esta historia comenzaba ahora hace dos años cuando Eduardo Roldán, vinculado a la estación aragonesa desde hace casi 50 años, renunciaba a la presidencia de Etuksa, gestora de la estación, tras años de pérdidas y acumular hasta 6 millones de euros de deuda. 

 

 

Mientras se negociaba con el Gobierno de Aragón, principal acreedor, la viabilidad de un convenio regulador de esta deuda, la estación tomaba aire durante este período, en un intento de hacer viable la estación, pionera del esquí en España. Una misión en la que su todavía director, Pere gómez, puso todo el empeño posible a pesar de las dificultades y la losa a la que estaba obligada -los plazos a cumplir- y que pesaba sobre ella: recapitular y pasar a la venta si no se superaba la crisis en la que llevaba inmersa desde hace largo tiempo.

Al final, tras un largo proceso de negociaciones que culminaba a finales del pasado verano de 2015 del que quedaron algunos flecos, como la Junta General de Etuksa en septiembre del mismo año, el acuerdo de venta quedó suscrito en la práctica con la compra del 75 % de las acciones de esta empresa por el Grupo Ibernieve formado por las poderosas familias, en términos económicos, Alierta, Yarza y Forzén, las tres aragonesas. Candanchú se "quedaba en casa".