Los meses de marzo y abril pueden ser un gran momento para conocer, en tus vacaciones o fin de semana, la estación de esquí andorrana.
Esperando a que la nieve se ablande un poco o descansando de los descensos de primera hora, desayunar, tomarse un tentempié, o comer en el exterior, respirando aire puro y con las montañas como telón de fondo es una experiencia que, en sí misma, ya justifica no guardar los esquís o la tabla cuando termina el invierno.