Julien y Stéphane Gaudin viven en el pequeño pueblo de Taninges en Haute-Savoie, y se dedican a comerciar con objetos usados Su colección cuenta con centenares de cabinas de todas las estaciones de esquí de los Alpes e incluso de otros lugares. Hay góndolas de tipo de formas, colores y épocas, desde la década de 1950 y hasta la actualidad.

 

Los pasillos de su desordenado almacén constituyen un verdadero viaje a través del tiempo de la historia de la ingeniería de telecabinas, telesillas y teleféricos de montaña.

 

 

"No todo el mundo ha ido a esquiar, es cierto, pero todo ha entrado alguna vez en uno de esos huevos, o en esos telesillas. Estos no son solo remontes, representan una parte entera de nuestros recuerdos colectivos, nuestras historias personales, nuestra herencia", explica Stéphane a la cadena de televisión France 3.

 

 

Su sueño sería “un museo internacional, y sobre todo un lugar vivo, no un simple lugar de exposición", dice Stéphane, quien planea llevar a cabo su idea lo antes posible, aunque todavía no existe un proyecto concreto.

 

 

Mientras, han comenzado a hacer negocio con algunas de sus telecabinas que, una vez restaurados, venden o alquilan para eventos, o los adaptan para convertirlos en "personajes" decorativos. Un mercado que encuentra compradores y aficionados en el mundo entero.

 

Julien y Stéphane han heredado su pasión de Roger Gaudin, el padre, locamente enamorado del patrimonio de la montaña

 

Roger Gaudin Père siempre ha sido un ferviente conservador del patrimonio de la montaña. Sus dos hijos simplemente ... continuaron con la historia familiar. Su pequeña empresa, llamada Taninges Télécabines, fue fundada en la década de 2000 con la compra de uno de los preciosos “huevos” del teleférico Flégère, con sede en el balneario de Chamonix.

 

Los dos hermanos ofrecen cabinas de 2 plazas hasta el teleférico de 80 plazas en alquiler o en venta, reformadas, personalizadas o tal cual. El dúo se adapta a cada pedido, incluso al más extravagante.