La montaña más alta de los Estados Unidos, con 6.168 m de altitud está en Alaska y hasta ahora era conocida como el Mt Mckinley aunque desde el pasado día 30 de agosto, dejaba a un lado esta denominación para cambiarla por Denali, en honor a las tribus nativas de este territorio norteamericano. 

 

Este nombre ya estaba en la lista de las cosas pendientes en la Casa Blanca desde 1975 sin que hasta el momento el Denali, que en la legua indígena de aquellas tierras significa "el más alto", acumulara otra cosa que el polvo habitual de los despachos de los políticos. 

 

 

Barack Obama, a través de su secretaria de interior Sally Jewll ha decidido que ya es hora de  «reflejar la herencia de los nativos» hasta ahora tan olvidada en la sociedad estadounidense y con esta nueva denominación, aunque era ya muy utilizada desde hace años «reconoce el estatus sagrado de Denali para generaciones de nativos de Alaska» que desde siempre consideraron esta montaña como un lugar sagrado.

El ya en el olvido nombre de Mt. Mckinley se debe a un buscador de oro en el que la fiebre del mismo debió de hacer mella que para apoyar políticamente al hasta entonces congresista William Mckinley decidió que tan alta montaña era propicia para que a la postre, fuera elevado a la vigésimoquinta presidencia de los Estados Unidos de América. Corría el año 1896. Años más tarde, en 1917, la montaña más elevada de este país pasó a llamarse oficialmente Mt. Mckinley con todo el dolor de su corazón por parte de las tribus Koyukon como es lógico de imaginar. 

 

Hoy, el presidente Obama, devuelve a los indígenas atabascanas, las ancestrales pobladoras de esta inhóspita y salvaje región que es Alaska, convertida en el 49 estado de la Unión en 1959, si no la montaña, que es de todos, sí el nombre con el que aquellos la conocían y con el que la veneraban durante siglos.

 

 

La cosa no ha sido tan fácil como pueda parecer ya que la propuesta del los vecinos de Alaska era de sentido común y sólo había que hacerles caso, pero hay que decir que desde Ohio, cuna del Mckinley, consideraban que era una ofensa al buen nombre de aquél ex-presidente y se oponían férreamente a que la montaña retomara su antiguo, e indígena, nombre. 

La Casa Blanca, con muy buen tino y para zanjar el asunto de manera definitiva, recuerda a través de quien ocupa el sillón presidencial que Denali era el nombre utilizado desde muchos siglos atrás y era de ley que volviera a recuperarse además de que al Sr McKinley, no lo habían visto jamás por Alaska, ni siquiera a visitar su monte, nada más y nada menos que una magnífica montaña de 6000 m. de altitud.

 

 

La política no regala nada como todos ya sabéis, y nada es casualidad. Barack Obama se da durante estos días un baño de multitudes desde Anchorage (la mayor ciudad de Alaska) hasta la costa ártica de este estado donde la petrolera Shell espera la pertinente orden para iniciar la extracción de crudo a la mayor brevedad. Eso sí, y de paso, el muy presidente de los Estados Unidos acudirá a la conferencia que su Departamento de Estado promociona sobre el impacto del cambio climático en el Ártico y concienciar sobre la importancia de preservar el futuro del Círculo Polar.

 

Miedo me da pensarlo, que se me antoja el asunto como aquel de poner a la zorra al cuidado del gallinero... Por cierto, nunca hasta ahora un presidente había ido hasta allí, ¿será el Denali, será el petróleo, será el amor al Ártico?