El glaciar de la Grande Motte, en Tignes (Saboya), es uno de los grandes protagonistas del esquí de verano de los Alpes franceses -con permiso de Les 2 Alpes-.

 

Tras no poder abrir los remontes durante todo el invierno a causa de la crisis sanitaria de la Covid-19, la campaña de nieve de verano se intuía como decisiva para saber cómo respondería el público. Y los esquiadores han acudido cosechando un resultado más que satisfactorio.

 

Durante el mes y medio que ha estado abierta para el esquí, del 19 de junio al 1 de agosto, Tignes ha vendido alrededor de 19.000 forfaits diarios, frente a poco más de 13.000 del verano pasado, lo que supone un aumento de alrededor del 30%.

 

El director general de pistas en la estación de Tignes, Frédéric Bonnevie, califica la temporada de esquí de verano de "muy positiva”. Según explica en declaraciones a France Blue, “privada del esquí y del snowboard este invierno, la gente quería subir a pistas a esquiar y disfrutar del aire libre”.

 

 

Si bien las cifras de esquiadores amateurs han sido significativas, los números de este verano se explican en particular por la gran presencia de socios de los clubes y equipos de competición que no pudieron seguir su entrenamiento habitual este año, explica Frédéric Bonnevie: "Una gran parte del público que viene a nosotros son esquiadores de la federación francesa y extranjeras”.

 

 

De hecho, muchos clubes o la mismísima Escuela Francesa de Esquí (ESF) han decidido prolongar el esquí de verano más de lo habitual -de dos o tres semanas a cuatro- tras no haber podido entrenar en invierno.