Las estaciones de esquí de Suecia son las únicas de Europa que se mantienen abiertas pese a las advertencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la necesidad del confinamiento para frenar el coronavirus. Y eso que la mayoría de los positivos por Covid-19 en el país se infectaron en los Alpes italianos.

 

Los servicios sanitarios de Åre, el principal resort del país, temen un contagio masivo durante las vacaciones de Semana Santa y que las estaciones de esquí suecas se conviertan en un foco de la pandemia en todo el país -como ocurrió en Lombardía (Italia)- o en Ischgl, en el Tirol austriaco, uno de los grandes focos de expansión del coronavirus en el norte de Europa. Muchos turistas alemanes, islandeses y escandinavos regresaron infectados a sus países, mientras las autoridades locales negaban la realidad.

 

Por ello, los vecinos de Are piden que se preste atención a los consejos de la autoridad sanitaria al quedarse en casa siempre que sea posible. "¡Piensen en nosotros que vivimos aquí, egoístas!" reza un letrero colgado en la ciudad.

 

Pero ni con esas Suecia ha seguido el ejemplo de otros países como Islandia, Finlandia, Noruega y también Escocia, que decidieron cerrar sus estaciones hace unos días tras la proliferación de contagios.

 

 

 

Según los informes de los medios suecos, las más de 30.000 camas en los alojamientos en Are estaban llenas el pasado fin de semana, ya que los esquiadores continúan llegando desde todo el país.

 

Los periódicos locales como Aftonbladet, de los más leídos del país, han lanzado esta advertencia: "Las zonas montañosas de Suecia pueden terminar como la Lombardía italiana si las estaciones continúan abiertas". Critican también que los esquiadores regresan a sus lugares de residencia sin ningún tipo de protección. Y lo mismo sucede a la inversa: pueden venir contagiados a la estación, provocando un mayor número de infectados.

 

Entre las medidas que están llevando a cabo ante el coronavirus en las estaciones de esquí hay limitar el número de pasajeros en las telecabinas y lanzaderas; desinfectar de forma continua el material utilizado y la obligación de llevar guantes de todos los empleados, incluidos los instructores de esquí.

 

Lo único que podría provocar un cambio en el pensamiento del Gobierno sueco sería un aumento repentino en la cantidad de personas infectadas con el coronavirus. Esperemos que no se equivoquen.

 

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