No era ningún secreto que la pandemia supondría pérdidas, pero hasta este lunes no se ha dado a conocer la magnitud de la tragedia. El Comú de la Massana, titular del dominio esquiable, arrojaba unas cifras muy preocupantes: 7 millones en pérdidas y una deuda de 11 millones de euros para cerrar el año 2021 y todo ello a pesar de haber recibido ya una inyección de 3,5 millones de las arcas públicas.

 

 

Estas cifras suponen volver, de golpe, al estado anterior a la emisión de preferentes, en 2013. Entonces, se cerró el acuerdo con los bancos para sacar adelante la reconversión de la deuda en preferentes que ha ido recomprando, poco a poco, el Comu (ahora le quedan 8,7 millones).

 

 

La cónsul mayor, Olga Molné, sólo ve una solución posible: “darle la vuelta a la estación y hacer un esfuerzo para que no cierre". Así lo ha comunicado el Comú en la reunión de pueblo celebrada en el Teatro de las Fontetes de la Massana este lunes. Según Molné, “la estrategia consiste en promover un cambio de accionariado de EMAP lo más rápido posible y que entre capital privado”.

 

Para captar el interés de posibles inversores, el caramelo que se ofrece es la ampliación del dominio esquiable hasta 90 kilómetros de pistas, con la unión entre las dos partes, Pal y Arinsal, lo que tendría un coste de 25 y 30 millones de euros.

 

 

Y también crear una nueva puerta de entrada hasta la Caubella a través de la conexión con el teleférico de Carroi, proyecto que se someterá a una consulta popular, además de potenciar el helipuerto y el Bike Park.

 

Pero para acometer estos proyectos "imprescindibles" si se quiere hacer crecer el número de esquiadores hasta conseguir 150.000 días de esquí vendidos por temporada “tenemos que encontrar uno o varios 'partners' que nos ayuden, porque el Comú no puede hacerlo solo”.