La triste y larga historia de Vallfosca Interllacs Esquí Resort
Uno de los telesillas de la futura estación de esquí a medio construir (Foto: Marc Porta).
La estación de esquí de la Vall Fosca fue contemplada a principios de la década de los 80 del siglo pasado y finalmente se presentó un proyecto para hacerla realidad hace veinte años, en 1998. Diez años después de la presentación oficial y su puesta en marcha la crisis inmobiliaria impidió su finalización. En el año 2008 todo quedó tristemente parado. Si el proyecto hubiera ido sobre lo previsto, en la temporada 2017-18 la estación de la Vall Fosca habría cumplido diez años de existencia.
Recordamos los pasos de un proyecto que debía convertirse en la última estación de esquí en abrir en Catalunya y España y convertirse en un referente del sur de Europa como complejo de deportes, esquí y salud de alta montaña. Pero el proyecto, muy avanzado y a pocos meses de abrir, terminó desmoronándose.
Una estación de esquí con 9 telesillas, uno de los cuales un teleférico de 3 kilómetros de longitud -entre Espui y las 13 pistas de esquí-, 40 km de trazados proyectados sobre mapas (cotas 1.800 a 2.600), red de nieve producida con el correspondiente lago, un complejo hotelero y 99 apartamentos al pie de pistas y todo sin coches a la vista. Así tenía que ser el resort Vallfosca Interllacs.
Se contemplaba la posibilidad de que la nueva estación se pudiera unir a la vecina Boí-Taüll, ofreciendo un total 3.400 hectáreas dedicadas a los deportes de nieve. Además, 18 Km de itinerarios de esquí fuera de pistas y un circuito de fondo de 12 km. Para evitar la masificación de las pistas la empresa había previsto limitar el acceso a la estación a 4.500 esquiadores al día. Este era el proyecto del que debía ser la última estación de esquí de Catalunya y convertirse en un referente del sur de Europa como complejo de deportes, esquí y salud de alta montaña. Todo quedó en nada cuando la crisis de 2008 hizo “acto de presencia”.
Así debía ser el edificio de servicios en la estación superior del telecabina que debía unir Espui con el Valle de Filià (Cedido por el despacho de arquitectos Alonso, Balaguer i Arquitectes Associats).
El pasado mes de diciembre “Vallfosca Interllacs Esquí Resort” habría cumplido sus primeros diez años de apertura. Posiblemente la dirección de la estación lo habría celebrado con diferentes actos a lo largo de la temporada 2017-18. El caso es que la estación del Pallars Jussà debería haber llegado a lo largo de esta temporada a sus 10 primeros años de funcionamiento. Sus impulsores, Vallfosca Interllacs S.A., incluso se habían aventurado y conjurado para abrir el complejo un año antes, en la temporada 2006-07.
Lo cierto es que la historia de lo que debía ser un complejo referente al Pirineo ya comenzó en 1982, con el Plà d’ordenació d’estacions de muntanya, impulsado por la Generalitat de Catalunya, que ya preveía la posible construcción de una estación de esquí en el valle de Filià. No fue hasta 16 años después, en 1998, cuando el Ayuntamiento de Torre de Cabdella aprobaba el convenio con la empresa Vallfosca Interllacs S.A. para promover y desarrollar el nuevo resort en el valle. Sólo en la tramitación de licencias, la compra de terrenos y la redacción de los proyectos, ya se invirtieron 12 de los 100 millones de euros en que se estimaba el coste total de la primera fase prevista.
Obras a medio terminar del telecabina (Foto: Marc Porta).
Objetivo: abrir para la temporada 2007-08
En 2001 todo el proyecto iba avanzando a velocidad de esquí de fondo, o sea, constante e imparable, tramitando y aprobando de forma transparente una serie de pasos administrativos y financieros indispensables para sacar adelante el proyecto. Tanto es así que en abril de ese año surgieron las primeras reacciones en contra de los grupos ecologistas, principalmente porque 450 hectáreas de las proyectadas como estación de esquí ocupaban una parte del área del Plà d’Espai d’Interès Nataural (PEIN, Plan de Espacios de Interés Natural).
En noviembre de 2003 se presentaba en Barcelona y en la Torre de Capdella el proyecto Vallfosca Mountain Resort, y atención, ya se ponía fecha de apertura: exactamente tres años después, para empezar la temporada 2006-07. La idea era tener el complejo abierto los 365 días del año y por ello se proyectaba un campo de golf, las obras del cual ya estaban en ese año de la presentación iniciadas y muy avanzadas.
Pilonas ya instaladas en el trazado del telecabina de Vallfosca-Interllacs (Foto: Marc Porta).
A lo largo de 2004 se iniciaron las obras de construcción de la primera pista de esquí y en paralelo los promotores se aseguraban el alquiler de la montaña de Llevata, un espacio a través del cual se dejaba abierta la posibilidad de conectar -en el futuro- con la vecina Boí-Taüll. La posible ampliación y conexión estaba presupuestada en 15 millones de euros más. La promotora estimaba que la puesta en marcha de este complejo turístico permitiría la creación de 300 puestos de trabajo directos en el valle. Para facilitar la llegada de mano de obra se proyectaron 120 pisos de protección oficial en la población de La Pobla de Segur, dirigidos a trabajadores del complejo.
Estación de retorno del telesilla de Vallfosca-Interllacs (Foto: Marc Porta).
Las entidades ecologistas habían luchado contra este proyecto pero lo cierto es que durante los meses previos a la presentación se hizo mucha pedagogía sobre el respeto por el medio ambiente con el que se había hecho la redacción del proyecto. Por ejemplo, el transporte hasta las pistas se hacía por telecabina, en un trayecto que duraba 10 minutos para salvar 3 kilómetros de distancia, todo para evitar el impacto de una nueva carretera. Además, se enterraban todas las líneas eléctricas, telefónicas y de televisión. También estaba previsto utilizar gas natural como fuente de energía y el campo de golf se regaría básicamente con aguas residuales depuradas y el complejo sería totalmente peatonal, por lo que se creaba un aparcamiento subterráneo con capacidad para 2.200 vehículos.
Mapa de situación del dominio esquiable previsto de Vallfosca interllacs, en el Pallars Jussà (Marc Porta).
Llega el cambio de propietarios
En 2005, la inmobiliaria gallega Fadesa anunciaba que había comprado todos los activos de Vallfosca Interllacs S.A., la empresa que había iniciado la promoción del proyecto. La noticia llegaba en pleno boom inmobiliario y entonces sí, comenzaron las desconfianzas sobre los “objetivos idílicos” del proyecto del resort de alta montaña. El interés puramente inmobiliario, y no de otro tipo, empezaban a planear sobre el proyecto. Las pistas de esquí parecía que pasaban a ser una excusa para, de alguna manera, justificar el apoyo administrativo y del territorio en todo el proyecto.
Por si fuera poco la puesta en marcha de la estación de esquí quedaba pospuesta y la nueva propietaria anunciaba que sería para diciembre de 2007, a pesar de que el 60% de las pistas ya se estaba ejecutando e instalando los remontes, incluso con la compra de una pisanieves, pruebas que certificaban que el espíritu inicial del proyecto, un resort ideado alrededor del esquí, se mantenía vivo y que la especulación inmobiliaria no era el único interés crematístico, como se insinuaba desde algunos sectores.
Llegarían todavía más desconfianzas cuando en 2007, la inmobiliaria madrileña Martinsa, compró FADESA, y todo ello a pocos meses antes del estallido de la crisis de la vivienda y las hipotecas.
Trazado del telesilla en la Vall de Filià (Foto: Marc Porta).
Hace diez años, todo parado
Al llegar el 2008, con todo el país ya instalado de lleno en la crisis, la ejecución de las obras del complejo de esquí y montaña de la Vall Fosca quedaba parado definitivamente porque la empresa constructora, Matinsa-Fadesa, presentaba concurso de acreedores.
Curiosamente el campo de golf, de 25 ha y 9 hoyos, estaba terminado y sólo tenía que encontrar la forma de inaugurarlo y gestionarlo, pero la inauguración no llegó.
De la estación de esquí, que estaba a medio construir, se acabaron retirando algunas pilonas, cables y otras instalaciones que fueron transportadas por la empresa proveedora hacia un almacén de Zaragoza, a la espera de saber qué hacer con el proyecto de la estación de esquí.
Pilonas en la parte superior del trazado del telecabina (Foto: Marc Porta).
En 2009, últimos “latigazos”
Ante la situación de parálisis absoluta del proyecto y ante el impacto que tenía el asunto en el Pallars Jussà, la Generalitat de Catalunya tomó cartas en el tema. El entonces consejero Joaquim Nadal, del Departamento de Política Territorial y Obras Públicas (DPTOP), dijo que se estaban realizando gestiones para buscar nuevos inversores que se hicieran cargo del proyecto. Incluso se comentó la posibilidad de que el proyecto fuera asumido por el Instituto Catalán de Finanzas (ICF) para finalizarlo y seguidamente gestionar la estación de esquí por medio de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, o lo que se conoce como Grup FGC, que entonces ya era propietaria de Vall de Núria y La Molina.
Aun así, y a pesar de la situación en que se encontraba la propietaria Matinsa-FADESA, ésta aún anunció que no renunciaba a terminar las obras de las pistas de esquí con el objetivo de abrirlas en diciembre de ese mismo año. No era un anuncio descabellado si tenemos en cuenta que la estación de esquí era, de todo el complejo, la parte del negocio global que podía generar más ingresos directos a partir del momento en que fuera operativa. Pero de estas intenciones ya no se supo nada más, y sólo quedaron como unos últimos anuncios de esperanza antes de abandonar el proyecto.
Remontes y pistas abandonados en la Vall de Filià (Foto: Marc Porta).
Desde entonces el silencio sobre “Vallfosca Interllacs Esquí Resort” se ha ido haciendo cada vez más largo. Sólo de vez en cuando aparece alguna novedad sobre el futuro de la estación de esquí. Una de las últimas fue en enero de 2014, cuando el Ayuntamiento de la Torre de Capdella afirmaba estar dispuesto a buscar inversores para recuperar el macro-complejo turístico de la Vall Fosca. El último latigazo mediático llegó en octubre de 2015, cuando Martinsa Fadesa ponía denuncia por la sustracción de material de obra del telecabina inacabado de Vallfosca Interllacs.
Desde entonces, el silencio más absoluto, posiblemente porque, situación económica a parte, el proyecto ya no es viable desde prácticamente ningún punto de vista desde los que se había proyectado el complejo: el cambio climático, la situación de estancamiento del negocio del esquí y un mercado inmobiliario casi saturado en la mayoría de valles del Pirineo, hacen pensar que el proyecto no es atractivo -hasta el momento- para ningún inversor.
Remontes en la Vall de Filià (Foto: Marc Porta).
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