Una cálida noche en el Iglu-Dorf de Engelberg-Titlis
Una cálida noche en el Iglu-Dorf de Engelberg-Titlis
Después de descubrir en este maravilloso reportaje de nuestro compañero Sergi Yeti cómo se construyó el Iglú de Zermatt que batió el récord Guine por ser el mayor del mundo, hemos decidido probar el más pequeño pero no menos impresionante Iglú de la estación suiza de Engelberg-Titlis. Sin duda una vivencia inolvidable.
La experiencia comienza a las 16 horas del jueves, por lo que hemos tenido tiempo de disfrutar de un día de esquí en la estación de esquí. Las chicas que se encargan de llevar el iglú nos reciben amigablemente en el restaurante de Trübsee y nos cuentan las distintas actividades que tenemos planificadas durante la estancia. Acto seguido descendemos al lago, donde se encuentra el imponente iglú. Sorprende que su apariencia no es la típica con bloques de hielo que se tiene en la imaginación, al contrario, se asemeja más a un montículo o una pequeña montañita de nieve.
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Al entrar en el iglú se aprecia una temperatura algo más llevadera que la del exterior. Nos explican que en el interior reinan los 0ºC aunque a veces se puede llegar a 2ºC ó 3ºC si hay mucha gente en la habitación.
Realizamos una visita guiada por las distintas habitaciones. Encontramos la habitación compartida, donde duermen 6 personas en un espacio acogedor, la habitación doble o “romántica”, el curioso baño donde todo es del color de la nieve, el comedor, el bar y en el exterior, los jacuzzis y la cabaña caliente que nos permitirán relajarnos por la noche a la luz de la luna.
Para los más frioleros existe también la posibilidad de dormir en un “iglú caliente” (foto de portada): un iglú construido con tela y que tiene calefacción para los más frioleros.
Tras tomar un rico té caliente podemos dar un paseo por encima del lago hasta un pequeño saliente de la montaña desde el que se pueden apreciar las luces del pueblo en plena noche con la pista de esquí nocturno de Brunni iluminada. Sin duda es una interesante fotografía a la que sólo se tiene acceso si uno pasa la noche en la estación.
A la vuelta nos espera una apetitosa Fondue de queso en el frío comedor del iglú. Al cabo de unas horas dentro del iglú se empieza a notar el fresco y las manos y pies se quedan algo fríos, por lo que conviene moverse y abrigarse bien.
Para bajar la cena, nos proponen ponernos las raquetas de nieve y dar una vuelta por la estación. El paseo transcurre al principio por terreno llano, pero en seguida empezamos a subir y bajar pequeñas colinas. Un recorrido fenomenal y llevadoro, apto para todos.
Amenizados por un chupito de Jägermeister y por las constantes caídas de todos nosotros al caminar con las raquetas, volvemos contentos al iglú. Sin duda, aunque corto, este paseo es uno de los momentos más entretenidos
Antes de dormir nos metemos por turnos en los jacuzzis. Éstos se encuentran en un pequeño iglú que está abierto por la parte superior, lo que en un día despejado lo convierte en un romántico momento para disfrutar de las estrellas con la pareja. Después de cambiarnos de ropa en la cabaña caliente, volvemos a la habitación y nos metemos en los enormes sacos de dormir.
La noche transcurre mejor de lo esperado: gracias al magnífico saco no se pasa frío y se duerme bastante bien. Eso sí, una recomendación, no beber mucho para no tener que ir al baño a media noche...
Al día siguiente nos despiertan con un té caliente y nos ponemos en marcha hacía el restaurante Alpstübli (aún dentro del dominio de la estación), donde disfrutamos de un amplio desayuno al estilo suizo y nos despedimos del resto del grupo.
La noche en el iglú es sin duda una experiencia que merece la pena vivir. El precio puede parecer algo caro, pero si uno piensa en todo los servicios que están incluidos, realmente no es así. La mayoría de asistentes son parejas así que se recomienda ir acompañado.
Si bien es verdad que pasar una noche a solas con la pareja en un iglú no se hace todos los días
Sorprendió también la juventud de los participantes, se pasa un buen rato y se conoce mucha gente interesante. Aún así hay algunas cosas que se pueden mejorar: no pudimos tomar vino caliente (Glühwein) porque no lo pudieron calentar y la comida no es especialmente rica, además la oferta romántica no nos dio la impresión de serlo tanto, ya que pasas la mayoría del tiempo con el grupo.
El precio para todas las instalaciones del país helvético asciende a 119 € por persona en su versión estándar y a partir de 179 € por persona para los paquetes románticos o familiares.
Esta misma empresa construye todos los inviernos sus iglús en las estaciones suizas de Gstaad, Stockhorn, Zermatt, Davos-Klosters, la alemana de Zugspitze pero también en la andorrana Grandvalira.
Más información en Turismo de Suiza, a quien agradecemos sus gestiones para la redacción de este reportaje.
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