En los Alpes, se podría decir que las fronteras se deciden por la dirección en que fluye el agua. De los 594 km de líneas de cuencas hidrográficas entre los dos países, alrededor del 40% se encuentran en campos de nieve o glaciares y, por lo tanto, están sujetos a la evolución de la naturaleza.

 

 

No sucede lo mismo en los límites con Francia y Austria, donde gran parte de la frontera se encuentra sobre la roca.

 

Por ello, Suiza e Italia firmaron un acuerdo en 2008 en el que se reconocía la noción de “fronteras móviles”, para acomodar los cambios causados ​​por la fusión de los glaciares.

 

Desde entonces, los movimientos se controlan mediante sensores GPS y permiten volver a dibujar la línea divisoria entre los dos países a medida que se mueve el hielo.

 

En la región de Zermatt, entre 1940 y 2000, el nivel del glaciar cayó bruscamente. La consecuencia fue el desplazamiento de varios metros de la línea de la cuenca, que ahora se encuentra en la roca, como se ilustra en el siguiente diagrama:

 

En muchos casos, cuando estos movimientos ocurren en áreas remotas de difícil acceso, no son motivo de controversia. Sin embargo, si se trata de una zona en la que se asienta una estación de esquí o puede generar riqueza, entonces unos pocos metros de diferencia en la cima de las montañas puede ser motivo de serios conflictos.

 

 

 

Esto es lo que sucede en la región del Testa Grigia y el glaciar Teodulo, a más de 3.400 metros sobre el nivel del mar, en la frontera entre el Valle de Aosta (Italia) y el cantón de Valais (Suiza) y donde se ubica el complejo de Zermatt-Cervinia .

 

 

En 1984, el Rifugio Guide del Cervino estaba en el lado italiano de la frontera. Desde entonces, el cambio climático, acelerado por la ola de calor europea de 2003 que provocó que los glaciares alpinos perdieran el 10% de su masa, ha llevado a los glaciares a retirarse hacia Suiza.

 

 

Hace unos años, también en la región de Matterhorn, la estación de llegada del telesilla Furggsattel sufrió el mismo destino. Inicialmente en territorio italiano, se "movió" debido al derretimiento del hielo y hoy pertenece a Suiza.

 

Por lo tanto, la empresa suiza que gestiona los remontes de Zermatt ya no tiene que pagar la tarifa anual por la concesión a las autoridades italianas.

 

 

La disputa sobre la nueva ruta fronteriza también tiene consecuencias directas para los administradores del refugio, que han tenido que suspender su proyecto de reestructuración. "En la situación actual, ninguno de los dos países reconoce el tramo fronterizo establecido por la contraparte. Como resultado, los italianos no pueden construir sin nuestra autorización y viceversa", explica Alain Wicht, representante de la Oficina Federal de Topografía suiza.

 

La comisión fronteriza estatal italo-suiza es la responsable de desenredar la madeja antes de finales de año. "Trabajamos con colegas italianos para reconocer la nueva frontera. El objetivo es un acuerdo entre las partes en el que el refugio permanece en suelo italiano", señalan. Por su parte, Suiza espera que se le otorgue un área equivalente a modo de compensación.

 

 

Para las autoridades suizas, la frontera debe adaptarse a la nueva morfología alpina. En cambio, Italia opta por el status quo.