El 20 de febrero de 1992, veinte años y siete días después de la hazaña de Francisco Fernández Ochoa, su hermana Blanca escribió una segunda página de éxitos para el deporte español en unos Juegos Olímpicos de Invierno.

 

Si “Paquito” había conseguido el oro en Sapporo 72, la benjamina de la saga lograba el bronce en Albertville 92 y pasaba a la historia como la primera mujer española en ganar una medalla olímpica.

 

 

 

La presión había estado sobre los hombros de Blanca Fernández Ochoa desde muy pequeña, cuando su hermano ganó el oro y tras tres participaciones olímpicas con muchas esperanzas y sin resultados, los Juegos de Albertville 1992 eran los cuartos y últimos a los que acudía la esquiadora madrileña.

 

Antes estuvieron Lake Placid en 1980 (Blanca tenía entonces 16 años), luego vinieron Sarajevo 84 y Calgary 88. En Canadá, Blanca se quedó a las puertas del triunfo, una caída la apartó del liderato que llevaba hasta ese momento. Fueron momentos de flaqueza que la llevaron a pensar en la retirada.

 

Aquel 20 de febrero en el que todos los españoles aficionados a los deportes de invierno estuvieron pendientes de TVE, Blanca llevaba el dorsal número ocho y esquió una primera manga del slalom arriesgando mucho y pasando muy cerca de los palos, con un tiempo de 48:25 y siendo superada sólo por Julie Parisien.

 

La segunda bajada la empezó con más tranquilidad y en el primer parcial acumulaba un retraso de 30 centésimas, pero luego esquió más rápido, para finalizar con el séptimo crono de la segunda manga.

 

 

Con toda su familia cerca en la pista, Blanca ya tenía su bronce colgado al cuello, una medalla que suponía un antes y un después para el deporte femenino español.