Tras la huella del Quebrantahuesos

Lun, 28/03/2016 - 22:24

El Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es un ave de presa peculiar que recibe su nombre por su costumbre de lanzar huesos desde la altura para romperlos y así poder ingerirlos después. Hoy en día es un ave gravemente amenazada y ha desaparecido de muchos lugares donde antes abundaba. Si bien en España se puede llegar a ver en la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos, en Los Alpes es bastante más difícil de ver, aunque ha sido reintroducido en los últimos años. Conociendo esta información y habiendo escuchado que una familia de estos escasos animales anida en las montañas suizas del Gemmipass, me equipé con lo necesario y acudí en su búsqueda.

Quebrantahuesos

Empiezo la excursión en Sunnbüel (1.920 m), un pico perteneciente a la estación de esquí de Kandersteg-Sunnbüel, una pequeña estación que está más destinada al esquí de travesía o a caminar con raquetas que al propio esquí de pista.

El paisaje es espectacular, si bien el tiempo es poco amigable con pequeños intervalos de sol pero principalmente nublado y con vientos de 30 ó 40 km/h. Mirando hacia el norte se contempla el valle de Kandertal con el Fisistock (2.787m) en primer plano. Hacia el sureste se ven el Altels (3.629 m), que gobierna la región y el Rinderhorn (3.448 m).

Por el valle que forman ambas montañas veo bajar y subir a muchos esquiadores, así que debe de ser una bonita zona para el freeride. El oeste se compone de una hilera de montañas no tan elevadas pero realmente bonitas.

Fisistock
Valle con el Fisistock al fondo

Monte Altels
Altels

Los primeros 2 kilómetros de travesía transcurren por un terreno prácticamente llano, lo que ayuda a disfrutar del imponente paisaje. Entonces, con la cara mirando al suelo para evitar el intenso viento en los ojos y el seco golpe de la nieve en la cara, asciendo los algo más de 200 metros que me separan del hotel de montaña Schwarenbach. Se trata de una preciosa típica casa de Los Alpes en el medio de la montaña donde se pueden pasar unos fabulosos días mientras se disfruta de las muchas posibilidades que ofrece la alta montaña a su alrededor.

Hotel Schwarenbach
Hotel Schwarenbach

A partir de aquí, la caminata transcurre más tranquila, ya que aunque todo es cuesta arriba, la pendiente se reduce bastante, excepto en algunos tramos cortos. Al llegar arriba accedo al lago Daubensee que está congelado, sin que la nieve me deje distinguir donde hay lago y donde tierra firme. Por suerte, el camino está marcado y me dirijo sin problemas hacia mi objetivo: el Gemmipass.

El Gemmipass es un paso de montaña suizo que tuvo muchísima importancia en el pasado ya que unía el cantón de Berna con el de Valais. Incluso Goethe escribió sobre él en uno de sus libros. Su nombre parece venir de la palabra latina Gemini, por el parecido de sus dos montañas más importantes: Altels y Rinderhorn.

Daubensee congelado
Daubensee

Los 9 kilómetros dejados atrás no son realmente complicados pero la nieve y las raquetas hacen que en algunos puntos haya tenido que esforzarme a fondo para subir a buen ritmo. El viento y el frío son cada vez peores y aunque sudando como un pollo, tengo que cubrirme entero para no congelarme.

Ya en el Gemmipass me intento proteger contra el viento colocándome estratégicamente pero ni aún así funciona. Así que me siento enfrente de la pared donde se supone que anidan los Quebrantahuesos y me dispongo a esperar. Mientras preparo el bocadillo lo más rápido posible para no perder las manos, las Chovas Piquigualdas me sobrevuelan a escasos centímetros esperando poder pillar cacho. Estos pajaritos, a los que se les podría llamar “palomas de los Alpes”, me alegran la espera.

Chova Piquigualda
Chova Piquigualda

Quebrantahuesos
Mi foto de cuestionable calidad del quebrantahuesos

Dos horas después y a punto de abandonar por el viento, miro hacia arriba y lo veo volar a unas decenas de metros de altura sobre mi cabeza, para mayor satisfacción aparece su compañero en plano y puedo sacar unas fotos, que aunque de muy mala calidad, me dejan relativamente satisfecho. Les veo planear sobre mi durante unos minutos, quizás esperando mi muerte y al final desaparecen detrás de una montaña. Sigo esperando 1 hora más y aunque les vuelvo a ver de lejos, decido bajar a Leukerbad y dar por terminado el día.

Leukerbad con la montaña al fondo
Leukerbad con la montaña al fondo

Este pequeño pueblo de montaña, aunque no muy conocido, es espectacularmente bonito. Las casas y las montañas que lo rodean son increíbles. Sin duda uno de mis próximos destinos...

 

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Con este blog intentaré poneros las montañas de los Alpes un poco más cerca. Os contaré mis experiencias e infortunios.

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